Economistas, a la hoguera
"¿Saben realmente lo que están diciendo los economistas al uso que dirigen las políticas económicas?". La pregunta plantea un debate interesante sobre el grado de conocimiento -y los intereses- que tienen los gurús de la economía. Los tecnócratas participan, con una intensidad creciente, en el debate político y en la toma de decisiones económicas de gobiernos y partidos, por lo que la pregunta es pertinente.
Parece lógico que la respuesta fuera "depende"; depende del economista, y de la política económica concreta que haya que juzgar. Pero para Jacques Sapir, el autor de este libro, la respuesta es, simplemente, "no". Los economistas no saben de lo que hablan, en el mejor de los casos, y en el peor, mienten y engañan en nombre de "intereses inconfesables".
Economistas contra la democracia. Los intereses inconfesables de los falsos expertos de la economía
Jacques Sapir
Ediciones B
ISBN 84-666-1465-6
¿Cómo argumenta Sapir esta durísima afirmación? La verdad es que a veces lo consigue, en otras lo logra con dificultad, pero en la mayor parte de las ocasiones, simplemente, fracasa. Su argumentación está, a menudo, cargada de demagogia, como cuando asegura que no se "atreve" a achacar el actual silencio de los economistas que fracasaron al diseñar la nueva Rusia a "su mayor estima [de] los miles de muertos de Nueva York y Washington que [de] los centenares de miles de rusos que fallecieron como consecuencia de sus políticas".
El libro está estructurado en cinco capítulos, que en realidad no están muy diferenciados. Todos ellos giran en torno a la misma idea, que es la de desmitificar la ciencia económica, a sus expertos -principalmente, los neoliberales- y sus ideas "antidemocráticas", recuperando así la independencia de la política y sus instituciones soberanas.
Sapir, director de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París
, ha elegido para su argumentación los ejemplos más atractivos del fracaso de los economistas profesionales de la derecha más dura: las crisis rusa y argentina, el fracaso de la cumbre de Seattle, los polémicos despidos que se han realizado en empresas francesas con beneficios, la liberalización y globalización financiera...
En su primer capítulo -que es también uno de los mejores-, el libro describe con precisión la cadena de errores que provocó en la crisis rusa de 1998. Sapir denuncia que los problemas estuvieron provocados por las decisiones de un entramado de políticos locales, consejeros occidentales, prestigiosos economistas e instituciones internacionales. Algunas de estas decisiones, en todo caso, se convirtieron directamente en delitos, como el que implicó al Bank of New York en operaciones fraudulentas.
Sapir describe -y critica- a continuación los casos de Michelín y Danone, dos empresas con beneficios que decidieron despedir a parte de su plantilla. Y para ilustrar el fracaso de Seattle, despedaza la obra de Éli Cohen L'Ordre économique mondial.
La segunda parte de la obra es algo más teórica. En ella, el autor intenta describir el odio, "consciente e inconsciente", que sienten "algunos economistas" por la política, y reclama la recuperación de las instancias democráticas y el derecho, frente a la tiranía de los tecnócratas. El autor concluye exigiendo "acciones", y planteando problemas de "autoridad y legitimidad" de quien actúa.
Hay que reconocer que la tibieza no es uno de los defectos de Sapir. Como dice una crítica de Alternatives Economiques citada en la solapa de este libro, "Jacques Sapir dispone de una pluma tan virulenta, tanto en la forma como en el fondo, que la obra no dejará indiferente". No lo hace. Pero para conseguir algo más que eso, el autor debería, quizá, haber descargado este libro de demagogia para cargarlo de más datos, nombres y ejemplos.
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