Atacadas dos sedes de la Autoridad Palestina
Un nuevo repunte de la violencia, esta vez en Cisjordania, con el incendio de dos edificios de la Autoridad Nacional Palestina en Yenín y el secuestro de tres extranjeros en Nablús, dejó claro ayer que la crisis del Gobierno de Yasir Arafat, lejos de haberse resuelto, sigue latente.
El incendio de la sede de la Gobernación de Yenín fue un ataque contra el nuevo gobernador, Kadura Musa, nombrado el martes por Arafat. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa se responsabilizaron de la acción y del incendio de la sede de los servicios de inteligencia palestinos.
En el primer caso, acusan a Musa, que no quiso hacer comentarios al respecto, de negarse a pagar los salarios de los militantes de las Brigadas. Para la destrucción del segundo edificio, la acusación era que los servicios de información palestinos espían para el Ejército israelí.
Mientras tanto, en Nablús, tres voluntarios católicos internacionales (de Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos) fueron secuestrados a punta de pistola en el centro de la ciudad y trasladados al campo de refugiados de Balata. Dos horas después eran liberados por policías palestinos tras cercar a los hombres armados de las Brigadas. Estas milicias, en un comunicado, denunciaron el secuestro y aseguraron no tener nada que ver con esta acción. Para Saeb Erekat, ministro de Negociaciones palestino, estas acciones "afectarán al apoyo internacional a los palestinos (...) y negativamente a los intereses nacionales".
Advertencia de Dahlan
En medio de este reavivamiento de la violencia, el coronel Mohamed Dahlan, ex jefe de la seguridad preventiva en la franja de Gaza y uno de los grandes rivales de Arafat, exigió al rais que ponga en marcha "reformas satisfactorias dentro del Gobierno" antes del 10 de agosto, o se reanudarán las protestas. Con estas declaraciones, recogidas por la radio israelí, Dahlan reconoce por primera vez estar detrás de la explosión de anarquía y caos que azotó la franja de Gaza a mediados del mes de julio.
Entre las acciones que se piden a Arafat también se encuentra la lucha contra la corrupción. El último caso apunta al enriquecimiento de empresas locales palestinas con la venta de cemento a firmas israelíes responsables de la construcción del muro de Cisjordania.
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