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Una gira por 40 ciudades de 21 Estados en 15 días

John Kerry y John Edwards no descansaron ni un minuto. Tras el jolgorio, los abrazos, la música, los carteles, los globos y los fuegos artificiales, tras la celebración que duró hasta bien entrada la madrugada, el flamante ticket demócrata se despidió ayer con otro mitin a las 7.30 en el puerto de Boston -presentado por el actor Ben Affleck, nativo de Boston- y salió de la ciudad dispuesto a sacar el máximo provecho a la caja de resonancia de la convención.

Los dos se dedicarán en los próximos 15 días a recorrer en autobús, tren y barco los Estados más peleados, aquéllos en los que los sondeos ofrecen empate técnico con George W. Bush y Dick Cheney, y en donde se decidirán las elecciones presidenciales del próximo 2 de noviembre. Connecticut y Pensilvania fueron las primeras etapas de la campaña, bautizada Creer en América, y que en estas dos semanas recorrerá 40 ciudades en 21 Estados.

Kerry necesita con urgencia combatir el escepticismo sobre los políticos que domina al gran público, necesita acercarse a la gente y que los votantes le conozcan, porque más de la mitad no tiene prácticamente ni idea de cómo es ni de en qué cree. ¿Habrán llegado a la América profunda las voces de Boston? Relativamente, porque los ciudadanos empiezan a tomarse en serio la campaña a partir de septiembre y la audiencia en las grandes cadenas de televisión ha sido peor que la de la convención demócrata de 2000 en Los Ángeles.

Acortar distancias

¿Será importante el impulso que el demócrata saque de la convención de Boston? Sí, sea el que sea -y se espera que se traduzca en unos puntos de ventaja, aunque el presidente Bush tendrá oportunidad de acortar distancias con su convención, que se celebrará dentro de un mes-, porque le podría permitir despegarse, pero queda mucho tiempo para el día D: en 1988, Michael Dukakis -otro demócrata de Massachusetts, como Kerry, que peleaba contra otro George Bush-, salió de la convención con una ventaja en los sondeos de 17 puntos, que no le valieron de nada en noviembre.

En todo caso, y a pesar de las indefiniciones -Kerry no ha concretado la mayor parte de sus propuestas políticas, económicas e internacionales- y de que el calendario no le favorece -el verano y los Juegos Olímpicos disiparán en parte el efecto de la convención, y los republicanos se reúnen a finales de agosto-, el panorama político de Estados Unidos ha dado un vuelco en un año: el pasado otoño, Kerry era un triste desubicado a la sombra del triunfante candidato en las primarias Howard Dean, y el equipo del presidente Bush se las prometía muy felices. Ahora, Kerry es un líder con mensaje, equipo y recursos que ha captado el hartazgo de medio país con una mala presidencia y que puede ganar las elecciones dentro de tres meses.

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