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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Empecinado Acebes

El ex ministro del Interior, Ángel Acebes, se mantuvo ayer impertérrito en su narración, ya conocida, sobre el 11-M. Interrogado por la comisión parlamentaria de investigación durante más de diez horas, reafirmó la tesis de que el anterior Gobierno nunca mintió ni manipuló, y que hubo una estrategia por parte de otros para "sembrar la infamia" y beneficiarse de la matanza. Pétreo e impasible, rescató nuevamente la incertidumbre sobre quién fue el cerebro intelectual de los múltiples atentados, porque, según él, todavía planea la sospecha de ETA. La mayor parte de los mandos policiales sostienen que no hay ningún dato sobre conexiones entre el terrorismo islámico y la banda separatista vasca, opinión que también sostiene el juez que investiga los hechos. En todo caso, eso es algo que debe determinar la justicia, no el actual Gobierno, como sostuvo Acebes en un descarado intento de invertir los términos de la investigación. El ex ministro del Interior, responsable de la seguridad de los españoles hasta el 18 de abril, nada quiso decir sobre qué falló para que se produjeran los atentados ni qué hizo hasta la fecha de su cese para aclarar esa autoría intelectual que ahora tanto le intriga. Sólo se ocupó de defender, eso sí con contundencia, los intereses de su partido.

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Acebes dominó la escena gracias a la debilidad del guión de los comisionados, invirtió los roles y ni pestañeó cuando dijo que sólo el día 13 por la tarde había indicios sustanciales para otorgar prioridad a la pista islamista. Para el ex ministro no cabía siquiera incluir en la categoría de indicios el hallazgo el mismo día del atentado de la camioneta con los detonadores y la cinta de vídeo con los versos coránicos. A su juicio el primer indicio objetivo sólo se produjo el día 13, tras las primeras detenciones y la cinta de reivindicación. Sus argumentos de entonces, reiterados ayer hasta la extenuación, chocan con las versiones suministradas a la comisión parlamentaria por diversos mandos policiales.

Con la perspectiva del tiempo todo muestra que Acebes hizo una defensa cerrada, que todavía sostiene, de la versión que más convenía a su partido, a pesar de que los hechos fueron demostrando su inexactitud con más velocidad de la que esperaban. Lo cierto es que Acebes ahondó en las sospechas sobre ETA cuando los indicios crecían en dirección contraria. Con un ministro más cauto, que hubiera presentado desde el primer momento la pista etarra sin descartar otras, la situación podría haber sido distinta para él mismo, para el Partido Popular y para el ex jefe de Gobierno Aznar, quien tuvo que observar perplejo un día después de la tragedia cómo miles de españoles se interrogaban sobre qué pasaba y quién había sido el autor de la matanza.

Pero lo que resulta ya del todo increíble es que cuatro meses después el ex ministro del Interior -que siguió siéndolo un mes después del atentado- rescate, contra toda evidencia, la sombra de ETA. Tarea en la que le secundó ayer con idéntico empecinamiento el ex ministro Zaplana. Quienes se equivocaron, si no mintieron, en aquellos días piden ahora explicaciones al resto del arco político en un insólito ejercicio de cinismo.

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