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LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M

Marruecos reconoce haber perdido el control de 400 extremistas entrenados en Afganistán

Una delegación judicial española visitó Rabat para recabar datos sobre los 'muyahidin' desaparecidos

José María Irujo

Sólo 200 de los 600 marroquíes que entrenaron o combatieron como muyahidin en los campos terroristas de Al Qaeda en Afganistán, Bosnia o Chechenia están identificados o controlados, según el censo elaborado por las autoridades de ese país para combatir la amenaza del terrorismo islamista. Autoridades marroquíes confesaron a una delegación judicial española que acaba de visitar Rabat que las dos terceras partes de estos ex combatientes están en paradero desconocido. La mayor amenaza para España proviene de Marruecos, según señalan todos los expertos.

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El juez Baltasar Garzón, titular del juzgado de instrucción número uno de la Audiencia Nacional, y el fiscal Pedro Rubira, los principales expertos en terrorismo islamista de la Audiencia Nacional, asistieron durante la primera quincena de julio a una reunión con autoridades marroquíes en la que les comunicaron estos datos y revelaron la falta de control sobre centenares de posibles suicidas, según señala uno de los asistentes al encuentro.

La elaboración de éste y otros censos de ex muyahidin, que se están confeccionando en varios países, se ha logrado gracias a la localización en Afganistán de parte de las listas de combatientes que los dirigentes de Al Qaeda guardaban en sus cuarteles militares. Desde 1984, el palestino Abdalla Azzam y el saudí Osama Bin Laden abrieron una oficina de reclutamiento denominada Maktab Al-Khidamat (MAK) para ayudar al movimiento de resistencia afgano. En ésta y otras oficinas repartidas por EE UU (existió una en Nueva York) y Europa se anotaron los datos de filiación de miles de combatientes.

Un informe de la Unidad Central de Información Exterior de la policía que dirige el comisario Mariano Rayón cifra en 15.000 los muyahidin que combatieron sólo en Afganistán. Una docena de ellos han sido detenidos en España en diversas operaciones policiales desde 2001. Los últimos atentados de Al Qaeda han sido protagonizados o dirigidos por ex muyahidin, a los que se denomina "árabes-afganos".

Cuarenta de los 61 presuntos autores o colaboradores del 11-M eran marroquíes, en su mayoría de Tetuán y Tánger. Los 13 suicidas que asesinaron en mayo de 2003 a 45 personas en Casablanca, cuatro españoles, eran de esa nacionalidad. En el 11-S, Said Bahaji, Zacarías Essabar, ambos huidos, y Zacarías Moussaoui, detenido en EE UU, eran también originarios de ese país. El pueblo marroquí es uno de los países que ha aportado más islamistas radicales a la yihad, según estimaciones de distintos servicios de inteligencia europeos.

Cuando Garzón compareció el pasado día 16 ante la comisión parlamentaria del Congreso que investiga el 11-M, el magistrado señaló a los diputados que en Marruecos hay cien células de integristas, compuestas por grupos de cinco a nueve personas, dispuestas a cometer atentados. Esa información se la proporcionaron las autoridades marroquíes durante el mencionado encuentro, según señalan fuentes judiciales.

Los interlocutores marroquíes comunicaron al juez y al fiscal que hay "más de 2.000 terroristas islamistas" en su país. Sólo por el atentado de Casablanca han sido detenidas unas 7.000 personas, según estimaciones oficiosas. Alrededor de 2.000 fueron procesadas por apoyar a grupos fundamentalistas y 17 condenadas a muerte, según aseguró en mayo Mohamed Buzubaa, ministro de Interior.

Interrogatorio

Garzón y Rubira viajaron a Rabat para cumplimentar una comisión rogatoria relacionada con la actividad de los muyahiahin. Interrogaron a los presuntos miembros de Al Qaeda Mustafá Maymouni y Salaheddin Benyaich, Abu Muhjen, ambos presos en cárceles marroquíes por su presunta relación con los atentados de Casablanca. Ninguno de los dos presos colaboró con la justicia española ni aportaron datos de relevancia.

Maymouni vivía en Madrid antes de ser detenido durante un viaje a Marruecos, su país natal, y pertenecía a la célula de Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, desarticulada por la policía en noviembre de de 2001. Era el representante en España del grupo Salafia Jihadia y se dedicaba a reclutar muyahidin marroquíes. Alquiló durante un año, hasta 2003, la casa en el municipio madrileño de Chinchón, en la que los terroristas del 11-M montaron las bombas que causaron la matanza.

Salaheddin Benyaich dirigió un campo de entrenamiento militar en Bosnia y perdió un ojo al resultar herido de bala en un combate contra los serbios. Apareció en España en 1999 y con la ayuda de Abu Dahdah se operó en una clínica madrileña. Utilizó un pasaporte falso a nombre de un ciudadano británico. En octubre de 2000 fue detenido en Estambul (Turquía) junto a Amer El Azizi, otro ex muyahidin, y Said Berraj, uno de los presuntos autores materiales del 11-M, cuando preparaban nuevas rutas para enviar combatientes a Afganistán. Benyaich fue entonces deportado a Londres.

Su hermano Abdelazziz, otro combatiente procesado por Garzón por su vinculación con la célula de Abu Dahdah, fue detenido en Algeciras en junio de 2003, y está reclamando por Marruecos por colaborar con una organización terrorista que colocó bombas en locales comerciales de Tánger.

En el Reino Unido la tarea de contabilizar a ex muyahidin residentes en el país se inició tras el 11-S. Representantes de Scotland Yard confesaron a sus hómologos españoles que el M15, servicio secreto, estima en 1.500 el número de combatientes de diversos países. Los 50 más peligrosos están siendo vigilados por un "ejército" de 500 nuevos agentes. En España no hay una estimación pese a que ha sido uno de los escenarios donde más "jóvenes" han sido reclutados para viajar a Afganistán, Bosnia o Chechenia.

Un grupo de periodistas observa, en 2001, un vídeo en el que aparece Benyaich con un parche en un ojo.
Un grupo de periodistas observa, en 2001, un vídeo en el que aparece Benyaich con un parche en un ojo.RICARDO GUTIÉRREZ

Cinco países implicados

Durante el encuentro celebrado en Rabat entre la delegación judicial española y las autoridades marroquíes se estableció la necesidad de crear un órgano de coordinación común entre cinco países: Marruecos, Argelia, Francia, España e Italia, la zona geográfica en la que se han implantado centenares de células de la corriente salafista. "La colaboración entre estos cinco países es clave si queremos atacar la amenaza. La sociedad todavía no es consciente del peligro que nos acecha", señala una de las personas que asistió a la citada reunión.

La situación geográfica española, puente entre África y Europa, provoca un importante trasiego de radicales islamistas que provienen de Marruecos, Argelia y Túnez. La desarticulación de las principales células de Al Qaeda en Europa demuestra que sus cabecillas mantienen frecuentes contactos con "hermanos" residentes en Francia, Italia y España, una red de apoyo financiero y logístico que alimenta a decenas de células desestructuradas.

Un alto cargo del Ministerio del Interior señala que las autoridades marroquíes colaboran "al máximo" con los servicios policiales españoles, y asegura que están "tan concienciados y preocupados como nosotros". El 11-M y la detención en España de personas vinculadas a los atentados de Casablanca han fortalecido esa relación que, en su opinión, mejorará "gracias a la nueva sintonía de nuestras relaciones diplomáticas".

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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