Docudrama
En mi opinión, don José María Aznar no tiene en su poder los documentos del CNI. Hay varias teorías o tesis que avalan esta conclusión mía. Dado ello, procedo a esgrimirlas:
a) El entonces lo que fuera (pues pasó rápido de ser presidente a serlo en funciones, y de aquí a no funcionar presidencialmente en absoluto) se los llevó a casa para leerlos en las cercanías del tocador de su señora, que creo que es donde tenía su despachito de La Moncloa, porque así podía consultarle mejor sus cositas, cuando ella regresaba de sus tés benéficos en la Concejalía. A causa de la impresión del sopetón que debió producirle la caída en plancha del 14-M, puso el grito en el cielo, y arrasó con el codo derecho la parte de la mesa en donde reposaban los dichos documentos. Cayeron a la papelera, de allí al cubo de la basura, de allí al container, de allí al reciclaje... Posiblemente se han convertido en bolsas para vomitar en avión.
a, dos) Los papeles siguieron en la mesa, pero con el trajín del traslado, la empresa de mudanzas los puso en la caja señalada con la etiqueta: "Cocina". A todos nos ha pasado. Yo tuve un mueble-bar en Madrid que, cuando reapareció en Barcelona, llevaba camisón y estaba tumbado en la cama del sector "Dormitorio". Instalados, pues, en el humilde chalecillo sin apenas protección ni focos que lo iluminen (me han dicho que han desaparecido los murciélagos de la zona, del ceguerón), va y viene la señora cocinera, pongamos sevillana, que quiere preparar adobito de cazón. Y mira tú qué papeles más oportunos -ya sabemos lo que cala, un documento del CNI-, para escurrir el aceite.
a, tres) Llega la nena con el bebé, el bebé se hace caquita, la caquita se escurre del pañal, se cae al suelo, no hay fregona a mano... En fin, no quiero seguir por lo escatológico.
Pasemos a la fase b): imaginemos que no sólo no los tiene, sino que nunca los tuvo y, además, ni los quiso: a mí estos que me van a enseñar, pero qué se habrán creído, cuatro espías, a mí con cuentos. Y que le salió de las mismísimas napias hablarle al caballero de Radio Caracol usando un pasado movedizo y un presente mayestático.
Qué difícil resulta desprenderse del ciudadano Jotaeme Aznar y sus dimes y diretes.
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