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Paco Valverde rescata en sus fotos la belleza de los interiores cotidianos

Expone desde hoy en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria

El irresistible atractivo de la vida diaria ha creado toda una poética. Ahí están los numerosos ejemplos que en todas las expresiones artísticas reivindican la riqueza y la belleza de las situaciones y los objetos más nimios. En esta senda se puede ubicar la propuesta del fotógrafo Paco Valverde (Hinojares, Jaen, 1964) que hoy presenta su exposición El capricho de lo cotidiano en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria.

La primera advertencia al visitante de esta exposición de una veintena de imágenes de gran formato es que no las considere montajes fotográficos. La mayor parte de estos paisajes interiores son reales y pertenecen al entorno familiar y amistoso de Paco Valverde. Aunque parezcan procedentes de lustros pasados, todas las fotografías están tomadas entre 2001 y 2004. Eso sí, el fotógrafo se ha ayudado de la iluminación que ha considerado adecuada, pero sin preparar el escenario, salvo en un par de ellas tomadas al aire libre.

Esa sinceridad es la que enriquece el trabajo de El capricho de lo cotidiano cuando presenta escenarios que parecen salidos de los capítulos más antiguos de la serie de televisión Cuéntame. El fotógrafo andaluz afincado en Alicante rescata rincones en donde todavía perviven decoraciones pasadas de moda para las revistas del diseño, como esa pared de cocina empapelada de páginas de revista y carteles para evitar que se manche con las sartenes colgadas. O las habitaciones decoradas con papel pintado y cuadros de vírgenes, unicornios o elefantes. En ellas todavía las camas tienen cabeceros de barrotes de madera y cojines de ganchillo. Son rincones de hogares humildes, limpios, con sillones de skay y suelos de baldosa, pero en los que una televisión Nokia que emite dibujos animados japoneses pone al espectador en su época.

Mundo caprichoso

"No he tenido que hacer grandes esfuerzos para conseguir estas imágenes; el mundo es caprichoso y tiene más escenarios de los que pensamos y nos ofrecen las revistas de decoración", comentó ayer Valverde en la presentación de la muestra. Entre lo kitsch y el retrato etnográfico, también hay lugar para el humor: un par de instantáneas de un bar dedicado a los dinosaurios o esa fotografía al aire libre en la que presenta un tiburón de plástico junto a un gran oso de peluche. "Aquí sí que trabajé en el montaje de la foto, pero todos los elementos están tomados de la misma cuneta de autopista. Cualquier conductor los podía ver", aclara.

A pesar de su edad, la dedicación de Paco Valverde a la fotografía es reciente. Finalizó sus estudios de Técnico Superior de Fotografía en 1997 y apenas lleva cinco años exponiendo su trabajo, con presencia en colectivas en Arco o el Círculo de Bellas Artes de Madrid como lugares destacados.

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