"No pararán hasta que me agote y decida dejar la casa"
Una mujer de 76 años acusa a una empresa de Sabadell de acoso para que abandone la casa en la que vive desde 1935
Rosa Viñas, viuda y de 76 años, vive en una casa unifamiliar del centro de Sabadell desde 1935. Primero con sus padres, ahora sola. La vivienda se halla en medio de otras seis casas deshabitadas. Todas son propiedad de Binigracia, SA, empresa de inversiones inmobiliarias. Ella, la única arrendataria que queda, no desea abandonar, "sin un trato justo", la casa de dos plantas que sus padres alquilaron hace 69 años. Asegura que la empresa propietaria "está utilizando tácticas denigrantes y sibilinas" para echarla "sin indemnización".
Cuando ella se vaya, Binigracia tendrá libres más de 600 metros cuadrados en una de las zonas más céntricas de Sabadell. "Quieren hacer el negocio del siglo", apunta la hija de Rosa, Antònia Casas. La inmobiliaria argumenta que la única que está incumpliendo la ley es Rosa Viñas. "No van a parar hasta agotarla", asegura Antònia Casas.
Un propietario puede echar a su arrendatario sin indemnizarle si demuestra que éste hizo algún tipo de reforma u obras sin su permiso. La última denuncia que recibió Rosa de Binigracia, hace ahora un año, fue de este tipo. Se la acusaba de construir una ducha y un baño en el patio, de enyesar el techo de algunas habitaciones y de alicatar la cocina. "Dijeron que estas obras eran posteriores a 1992. ¿Cómo pueden decir esto? Las hizo mi padre, que murió en 1973", se queja Rosa.
La casa es de finales del siglo XIX y en este tipo de edificaciones lo que había originariamente era una letrina en el patio. "Hace muchos años se hicieron unas obras para adaptar la vivienda a las medidas higiénicas actuales. Sin lavabo, ni siquiera les habrían dado la cédula de habitabilidad", explica el abogado de Rosa, Josep Maria Alcoberro.
En febrero de este año, el titular del juzgado número 4 de Sabadell, José Barbancho, dio la razón a Rosa Viñas al considerar que las obras denunciadas tenían más de 20 años de antigüedad y que este tipo de infracciones, precisó el juez, prescriben a los 15. Pero Binigracia ha apelado a la Audiencia Provincial. Si por esta vía no logra nada, Rosa cree que el siguiente paso para echarla será "conseguir que la casa sea declarada en estado de ruina". En estos casos también se puede echar al arrendatario sin indemnizarle. "Desde hace tres semanas vienen todos los sábados por la mañana y hacen mucho ruido en la casa de al lado, oigo que pican mucho, pero no sé qué están haciendo", explica Rosa. "Dicen que están tapiando las ventanas y la puerta, pero lo están haciendo a cámara lenta", asegura su hija Antònia. Han creado ruina en el entorno para poder sacar a Rosa de casa, precisa la hija.
Tras pasar un fin de semana fuera, cuando Rosa regresó a su casa vio que se había hundido parte de la casa contigua. La consecuencia del estado ruinoso de los edificios vecinos es que ahora las paredes de sus habitaciones se han llenado de manchas de humedad y ya hay algunas fisuras en la casa.
Ahora Rosa tiene miedo de irse y dejar su vivienda aunque sólo sea por un par de días por lo que se pueda encontrar cuando regrese. Antònia Casas tiene una carpeta en la que acumula denuncias administrativas contra la empresa propietaria, denuncias en las que, entre otras cosas, se pide que se investiguen los daños que se han "hecho de manera intencionada por terceras personas" en las casas vecinas. "El problema de fondo", afirma su abogado, es que "sólo les queda esta señora. Para ellos fue una sorpresa muy desagradable que, cuando murió su madre hace un año, se encontraron con una subrogación del contrato. Era algo que no preveían".
En opinión de Joan Casamiquela, abogado de Binigracia, Rosa Viñas "se presenta como una víctima de mobbing inmobiliario cuando ella es la única que ha incumplido la ley". No sólo por "hacer obras y no comunicárselo a los propietarios", sino también, añade Casamiquela, "porque en 1994 ella y su madre se negaron a actualizar el alquiler. El juez nos dio la razón en este caso". Rosa se defiende: "No es que me negara a actualizar el contrato, sino a que éste subiera el 60% en un solo año". En la actualidad, Rosa ya paga un alquiler actualizado.
Casamiquela, a la pregunta de si van a pedir que se declare la casa en ruina, responde: "No sabemos lo que vamos a hacer. Se trata de casas construidas hace 120 o 140 años con el material de la época y no tienen ningún valor arquitectónico". Explica que si ha habido movimientos en la casa contigua los sábados por la mañana es por "precaución". "Aparecieron unas pintadas de okupas en las casas del lado y decidimos tapiar las ventanas y puertas y evitar así que alguien pudiera hacerse daño". En ningún caso, asegura Casamiquela, "se están haciendo obras" porque tampoco tienen permiso del Ayuntamiento para hacerlas.
Binigracia inició la compra de las casas a partir de 1989, en algunos casos con los inquilinos incluidos, muchos de ellos personas mayores. El último vecino de Rosa se fue hace poco más de un año.
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