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Los bajos impuestos y salarios favorecen los traslados

Carlos Yárnoz

El salario medio por hora en los antiguos 15 Estados de la Unión es 22,2 euros. En Letonia, 2,42. En los Quince se trabajan 38 horas a la semana. En Letonia, 43, y en Estonia, 40. El impuesto de sociedades en los Quince ronda el 35%. En Estonia es inexistente para empresas no residentes, salvo que repatríen beneficios, y en Hungría, del 18%. Las multinacionales vieron el cielo abierto. Rompió el fuego Peugeot-Citroën al llevarse una factoría a Eslovaquia. Lo mismo hizo luego Volkswagen, que ya tiene el 13% de su producción en Europa central y oriental. Y las también alemanas Siemens (en Hungría) y Lufthansa (Polonia), la sueca Electrolux (Hungría) o la holandesa Philips. Ahora Mercedes, entre otras, amenazan con seguir la misma vía.

El fenómeno de la deslocalización se disparó hace tres años, pero ya ha costado decenas de miles de puestos de trabajo. En Bruselas, los expertos opinan que lo peor ya ha pasado, pero también recuerdan que algunas enormes ventajas fiscales en los nuevos países de la Unión no desaparecerán totalmente hasta 2011. A medida que se aproximaba la fecha de la ampliación, las inversiones extranjeras en los entonces países candidatos crecieron enormemente. Sólo en 2000, se calculó que llegaron a los 100.000 millones de euros procedentes de Europa occidental, EE UU o Japón. Hoy, más del 75% de las exportaciones de Hungría, casi el 70% de las de Eslovenia o el 50% de las polacastienen su origen en inversiones extranjeras que contribuyen a más del 40% de sus PIB.

España se benefició de un fenómeno parecido hace dos décadas, pero ahora es uno de los países perjudicados. Por ejemplo, con el traslado de Cataluña a Eslovaquia del 10% de la producción del modelo Ibiza de Seat.

El primer ministro sueco, Goran Persson, declaró hace unos meses que Europa debe poner coto a esta situación. Persson hizo el siguiente razonamiento: los países más desarrollados de Europa debemos imponer elevados impuestos para, entre otras cosas, aportar los fondos para los socios menos desarrollados; pero éstos, con sus bajos impuestos y los fondos, crean las condiciones para que nuestras empresas se vayan allí.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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