El dolor crónico, pendiente de tratamiento
El 80% de los dolores de larga duración están mal controlados y causan sufrimiento inútil
El dolor crónico, aquel que persiste una vez que se ha tratado la enfermedad que lo ha originado, no está bien controlado en España. Cerca del 80% de los 4.500.000 de españoles que sufren dolor crónico no están bien controlados. El 35% de estos pacientes afirma que sufre dolor a todas horas del día, y uno de cada cinco asegura que a veces éste es tan severo que no puede soportarlo. El problema del tratamiento de este trastorno, según los expertos, reside en la falta de formación médica y la escasa concienciación sobre el tratamiento del dolor, tanto por parte del personal sanitario como por los pacientes. En España existen 94 unidades de dolor, y sólo 11 de ellas son multidisciplinares.
La población no sabe que hay tratamientos eficaces y cree que el dolor es algo natural
Uno de cada cinco pacientes asegura que el dolor llega a resultar insoportable
"El dolor es un síntoma cuya función es preservar la salud. Posee una dimensión emocional y otra sensorial. La primera sigue una línea evolutiva: cuanto más fuerte se es emocionalmente, menos dolor se sufre, y la segunda dispone de unos órganos específicos, receptores, vías anatómicas o centros corticales que detectan y transmiten el dolor al cerebro. Cuando el dolor aparece, por causa aparentemente no justificada o porque la enfermedad de base ya ha sido tratada, o los medicamentos no hacen efecto, el dolor pierde su función defensiva y se convierte en una enfermedad que hay que tratar", explica José Ramón González, jefe de la Unidad de Dolor del hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Los datos de la encuesta europea Pain in Europe, realizada por la Federación Europea de Capítulos de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (EFIC) en 2003, en la que participaron 5.800 pacientes de 16 países europeos, revelan que el dolor crónico en España afecta al 11% de la población y es más frecuente en la mujer (52%) que en el hombre (48%). El estudio también refleja que los pacientes tienen 51 años de edad media y que llevan viviendo con el dolor unos siete años. Del trabajo se desprende, igualmente, que el 83% de los pacientes con dolor crónico se tratan en atención primaria, el 15% en especializada y sólo el 2% llega a las unidades del dolor.
Para el abordaje de este trastorno, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en 1986 la escalera del tratamiento del dolor. En el primer escalón (dolor suave o moderado) se incluyen analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos (AINE) e inhibidores de la cox-2; en el segundo (cuando el dolor moderado persiste) se utilizan opioides menores (codeína o dextropropoxifeno), y en el tercero (de moderado a severo) se emplean opioides mayores (morfina, oxicodona o fentanilo).
"Casi el 70% de los pacientes con dolor crónico son tratados con antiinflamatorios y analgésicos y sólo el 1% accede a los fármacos más eficaces. Todos los datos indican que esta situación ocurre porque muchos de los médicos que atienden el dolor no tienen la suficiente formación en esta materia, o no están sensibilizados o no se atreven a administrar tratamientos más fuertes. Por otro lado, la población general desconoce estos tratamientos, temen al dolor o piensan que es un síntoma natural del proceso de envejecimiento, de una enfermedad o de una intervención quirúrgica", sostiene Manuel Rodríguez, presidente de la Sociedad Española del Dolor (SED) y jefe de la Unidad del Dolor del hospital Carlos Haya de Málaga.
Gónzalez Escalada se suma a la opinión del presidente de la SED: "La Administración sanitaria tampoco facilita una respuesta enérgica a esta necesidad clínica. Disponemos de una asistencia sanitaria muy bien estructurada y muy cercana al paciente para algunas patologías, pero desgraciadamente no es el caso del paciente con dolor crónico, que sufre un dolor irresistible y no es capaz de llegar a las unidades de dolor. El resultado es que hay mucha gente que sufre en silencio sin saber ni dónde ni a quién recurrir".
Mercedes Pastor, licenciada en Geografía e Historia, sufrió un accidente de coche cuando tenía 40 años. Se lesionó la columna vertebral y le tuvieron que operar. Al poco tiempo empezó a sentir un dolor intenso en las piernas y empezó su peregrinaje de un centro médico a otro, hasta que entró en una unidad del dolor: "A partir de ahí comencé a rehacer mi vida", afirma esta paciente, que tiene 54 años, y es presidenta de la Asociación de Enfermos del Dolor de Málaga (Tlfno. 952 23 64 26).
En España hay 94 unidades del dolor censadas, en las que no existe equidad ni en la distribución ni en la dotación. Del total de estas unidades, 11 son multidisciplinares y 36 plenas, integrada por un médico anestesista con dedicación exclusiva. Por comunidades autónomas, Madrid, Cataluña, País Vasco y Galicia disponen del mayor número, mientras que en las dos Castillas y Aragón son más escasas. En 14 provincias no existe ninguna.
"Se necesita más formación médica en Atención Primaria, se precisan más unidades de dolor multidisciplinares integradas, y éstas deberían independizarse de los anestesiológos, que son los especialistas que más frecuentemente tratan el dolor. El tratamiento del dolor no se imparte en la enseñanza universitaria de las facultades de Medicina españolas, salvo en la de la Universidad de Salamanca, y la formación de posgrado se reserva sólo a médicos residentes de la especialidad de Anestesia", advierte el presidente de la SED.
Esta sociedad científica presentó hace unos meses un plan nacional para el tratamiento del dolor al Ministerio de Sanidad en el que propone tres niveles de atención: atención primaria, en la que se crearían unidades atendidas por un médico; hospitales comarcales, en los que se dispondrían unidades de dolor compuestas por al menos dos médicos, y hospitales regionales o provinciales, donde se ubicarían las unidades multidisciplinares especializadas.
"El tratamiento del dolor crónico está muy bien estructurado desde hace años, y tanto los médicos de familia como el personal de enfermería hacen un abordaje muy exhaustivo del dolor crónico. Sin embargo, sí es cierto que para los tipos de dolor persistente, difíciles de controlar o que requieran situaciones terapéuticas extraordinarias, se debe recurrir a las unidades de dolor ubicadas en los hospitales", asegura Luis Aguilera, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.
Aguilera admite que la formación continuada en dolor es esencial en su especialidad, pero advierte que "crear unidades intermedias para el tratamiento del dolor crónico supondría añadir un eslabón más, innecesario, en la cadena", sostiene.
“Resultaría muy fácil constituir un grupo de estudio en el que se expusieran los problemas de cada una de las provincias y cuál sería la estructura necesaria para solucionarlos. No se trata de crear centros en todos los grandes hospitales, sino de diseñar una estructura desde atención primaria que sea homogénea en todo el territorio español”, concluye González Escalada.
La experiencia de Extremadura
Hace un año y medio Extremadura no tenía unidades de dolor. Los pacientes de Cáceres se desplazaban a Salamanca o Madrid, y los de Badajoz, a Sevilla. En enero de 2003 el Servicio Extremeño de Salud inauguró dos unidades de dolor con un enfoque diferente a las del resto de España, centradas sobre todo en la asistencia y en la formación. Algunos expertos no comparten totalmente este modelo, porque no son unidades multidisciplinares.
"Pensamos que si no formamos a los sanitarios, las unidades estarán saturadas en muy poco tiempo. Por eso, el 50% de nuestra actividad está dirigida a la asistencia médica, y el otro 50% a la formación del personal sanitario, médicos de atención primaria y especializada y enfermería", explica Inmaculada Muro Castillo, coordinadora de la unidad de dolor del hospital Nuestra Señora de la Montaña de Cáceres.
Las nuevas unidades, integradas por dos médicos de atención primaria, un anestesiólogo, un psicólogo, tres enfermeras, dos auxiliares técnicas de enfermería y un administrativo, disponen de un programa formativo, todavía abierto, en el que se visitan todos los centros de salud de la provincia y los servicios hospitalarios, una interconsulta docente, y asesoría telefónica. También cuentan con un programa de formación continuada dirigido a distintos colectivos. Con esta iniciativa se ha introducido la enseñanza del dolor en la carrera de Medicina y en las escuelas de enfermería y terapia ocupacional.
"Con este nuevo diseño, hemos conseguido que los pacientes estén controlados por su médico de cabecera o especialista. Además, evitamos viajes innecesarios y nuestras consultas no están saturadas", agrega Muro.
Otros especialistas sostienen que habrá que esperar unos años para evaluar los resultados de estas unidades. "Muchas veces el paciente que sufre dolor crónico precisa un tratamiento rehabilitador, psiquiátrico o neurológico, en vez de uno farmacológico y, por tanto, estos facultativos tienen que estar integrados en la unidad de dolor", advierte el especialista José Ramón González Escalada.
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