_
_
_
_

Sanidad ha gastado en resonancias 26 millones más de los 50 presupuestados para tres años

El sobrecoste fue del 39,5% en 2001, del 48,74% en 2002 y del 65,7% durante 2003

La desviación en el gasto sanitario por diagnóstico con equipos de resonancia magnética no para de crecer. En 2001 el gasto previsto se superó en un 39,5%, en 2002 en un 48,74% y en 2003 se alcanzó un sobrecoste del 65,7%. En estos tres años, las tres empresas concesionarias del concurso -Eresa, Inscanner y Beanaca- se han repartido 76,6 millones de euros, 26 más de los previstos en las cláusulas del pliego de condiciones. Un estudio elaborado a partir de datos oficiales revela que las exploraciones públicas son más económicas que las privadas.

Un análisis de los datos oficiales dice que los exámenes públicos son más económicos

La decisión de ceder al sector privado uno de los sistemas más modernos de diagnóstico por imagen, la resonancia magnética nuclear, está saliendo cara a las arcas públicas valencianas. En lugar de comprar equipos e integrarlos en los servicios de radiología, la Consejería de Sanidad optó en 2000 por privatizar esta asistencia a través de un concurso hasta el año 2008 por el que las empresas que prestarían el servicio se repartirían 166,6 millones de euros por practicar exploraciones a los pacientes de la red pública valenciana. Las adjudicatarias fueron la firma Eresa para las provincias de Valencia y Castellón, y Beanaca e Inscanner se repartieron Alicante. Esta última fue fundada por el ex diputado y concejal del ayuntamiento de Alicante del PP, Luis Concepción. Entonces, la Administración desoyó los consejos de la gran mayoría de los radiólogos de los hospitales públicos valencianos, pero también de hasta 1.400 médicos clínicos -el 80% de buena parte de los principales centros- e incluso las sociedades científicas, a través de un escrito de su federación. Cuatro años más tarde, las advertencias de que el gasto se dispararía si se concertaba el servicio con firmas privadas se están cumpliendo.

En el pliego de condiciones, la Administración calculó una financiación para los tres primeros años de vigencia (2001, 2002 y 2003) de 50,39 millones de euros. Sin embargo, durante este periodo, la facturación reconocida por el departamento que dirige Vicente Rambla ascendió a 76,68 millones, 26,29 más, es decir, más que el presupuesto de todo el año 2002. Cada año, el sobrecoste por el pago de los servicios de resonancia ha sido más elevado. En 2001, frente a los 15,22 millones de euros previstos, el gasto fue de 21,24. En 2002, esta diferencia fue creciendo: 16,75 en el pliego de condiciones y 24,91 gastados. En 2003, la desviación rebasó el 65% de la suma inicialmente prevista: de los 18,42 millones de euros calculados se alcanzó una facturación de 30,53.

Para la diputada socialista María José Mendoza, buena parte del aumento desbocado del gasto radica en que el concierto está mal ideado. "El hecho de que se pague a las empresas por cada resonancia que practican es un incentivo perverso que les lleva aumentar las exploraciones para ganar más dinero", apunta. Para la diputada socialista, la Consejería de Sanidad debería aplicar a las resonancias los mismos criterios de contención del gasto que ha diseñado para el gasto en medicamentos, de forma que exista una "adecuación a las necesidades reales de la asistencia sanitaria" y se pueda desempeñar un "estricto control de la facturación". Mendoza destacó que al romper la unidad de los servicios de radiología y sacar las resonancias del servicio se impide en muchas ocasiones la posibilidad de "racionalizar la selección de la prueba diagnóstica más adecuada".

Un estudio elaborado a partir de datos de costes del sistema de información económica de la Consejería de Sanidad al que ha tenido acceso este diario demuestra que las exploraciones públicas son más baratas que las privadas. El concierto que privatizó el servicio dejó una isla en el hospital Peset de Valencia, donde se compró un nuevo equipo público para renovar el antiguo, que se había quedado obsoleto. De acuerdo con los datos del estudio -a partir de registros de 2003- , cada resonancia cuesta 3,87 euros por habitante (390.000 en el área). En el caso de las privadas -con una cobertura de un equipo por cada 100.000 habitantes-, el coste alcanza los 7,56 euros, casi el doble. Pero además, la frecuencia es de unas 23 resonancias anuales por cada 1.000 habitantes. En el caso de las privadas, la cifra alcanza las 45 por 1.000 habitantes, de nuevo el doble, lo que muestra que no sólo son más caras, sino que se hacen más por la misma cantidad de habitantes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_