El conservador Santana Lopes recibe hoy el encargo de formar Gobierno en Portugal
La decisión de no convocar elecciones desata una grave crisis interna en el Partido Socialista
Pedro Santana Lopes, alcalde de Lisboa y líder del Partido Social Demócrata (PSD, centro-derecha), recibirá esta tarde el encargo formal de su partido para ser el nuevo primer ministro de Portugal. Santana Lopes tendrá después que presentar un Gobierno al presidente Jorge Sampaio, quien debe dar el visto bueno al nuevo Ejecutivo. En principio, Santana Lopes no tomará posesión hasta el próximo 20 de julio, para que el aún primer ministro, José Manuel Durão Barroso, pueda abandonar su cargo y ser confirmado presidente de la Comisión Europea el día 21 en el Parlamento Europeo.
Ésta fue la solución encontrada por Sampaio para la crisis política abierta hace tres semanas con el anuncio de la salida de Barroso para dirigir el Ejecutivo comunitario en Bruselas. El presidente tenía también la posibilidad de adelantar las elecciones legislativas, pero prefirió "la estabilidad nacional" y dar la oportunidad a la actual mayoría de derechas en el Parlamento, formada por el PSD y el Partido Popular (PP), de seguir en el Gobierno. En una declaración al país en la noche del viernes, Sampaio encargó al PSD, el partido más votado en las legislativas de 2003, la formación de un nuevo Ejecutivo. Sin embargo, el presidente impuso a Santana Lopes la condición de continuar la misma política de rigor presupuestario de Barroso.
La salida a la crisis dividió, literalmente, Portugal durante las últimas semanas. Los analistas consideran que nunca una cuestión había provocado tal ruptura en la vida política lusa. La izquierda pedía elecciones anticipadas, mientras la derecha prefería la designación de un nuevo Gobierno sin previa consulta electoral.
Por otra parte, el nombre de Santana Lopes dividía también al propio PSD. El aún alcalde de Lisboa es una de las figuras más polémicas de la escena política portuguesa, por su estilo populista, muchas veces apodado de "berlusconiano" por la prensa portuguesa.
El propio Sampaio tenía serias dudas sobre el nombramiento de Santana Lopes y dudaba de sus capacidades para ser primer ministro. Por eso insistió tanto en su discurso de la noche del viernes en una advertencia: si el nuevo Ejecutivo cambia sustancialmente las políticas fundamentales seguidas por Barroso y aprobadas por la mayoría de los portugueses en las elecciones de 2002, el presidente disolverá el Parlamento.
La Comisión Política del PSD se reúne esta tarde para dar luz verde a Santana Lopes en la formación del nuevo Gobierno. El aún alcalde de Lisboa pasó el día de ayer elaborando una nueva estructura para el Ejecutivo y deberá presentar la lista de ministros mañana al presidente. Santana quiere formar un Gobierno más joven, con más ministerios y menos secretarías de Estado.
La decisión presidencial de dar continuidad a la mayoría conservadora actualmente en el poder fue un jarro de agua fría para la izquierda portuguesa y, en especial, para el Partido Socialista (PS), que defendía la convocatoria de elecciones anticipadas. Pocos minutos después de la declaración de Sampaio, el líder socialista, Eduardo Ferro Rodrigues, dimitió de su cargo, por considerar que la decisión era "una derrota personal".
En las últimas horas, varios dirigentes socialistas han dirigido duras críticas a Sampaio y le han acusado de decepcionar a todos los portugueses que le eligieron presidente por dos veces, con el apoyo de los partidos de la izquierda, frente a candidatos de la derecha. El tono de las críticas llegó ayer a tal punto que destacadas figuras del partido pidieron públicamente "sensatez" a la dirección del PS. Sampaio, histórico miembro del partido, es una de las principales referencias del socialismo en Portugal.
Congreso extraordinario
Tras una aplastante victoria en las elecciones europeas del pasado 13 de junio, el PS había apostado a fondo por el adelanto de las legislativas. El partido tenía la convicción de que conseguiría la mayoría absoluta y, encima, que el socialista Sampaio jamás aceptaría nombrar al populista Santana Lopes como primer ministro. También para Ferro era una cuestión de todo o nada. El partido tenía previsto realizar un congreso el próximo octubre y varios dirigentes habían anunciado que se presentarían como candidatos al liderazgo. Tras saber que Sampaio no convocaba elecciones anticipadas, Ferro no quiso someterse a una votación interna de la cual, con casi total seguridad, saldría derrotado.
Los socialistas convocarán ahora un congreso extraordinario para elegir un nuevo líder. João Soares, ex alcalde de Lisboa e hijo del antiguo presidente Mário Soares, anunció ayer que será candidato al cargo. Pero los dos nombres que más posibilidades tienen para suceder a Ferro son el ex ministro de Medio Ambiente de António Guterres, José Sócrates, y el comisario europeo António Vitorino, que abandonará Bruselas después del verano.
Las banderas siguen ondeando
Los portugueses tienen fama de ser un pueblo triste. Es un mito. La verdad es que son de sentimientos extremos, como han demostrado las últimas semanas. Hasta hace un mes, la expresión más frecuente en las conversaciones de la calle y en las columnas de la prensa era "la depresión portuguesa". Un escándalo de pederastia, el descrédito de la justicia, incendios catastróficos, casos de corrupción en el Gobierno y una profunda recesión económica habían transformado 2003 en un año negro para Portugal. Y los portugueses, aficionados incondicionales a las buenas historias dramáticas, habían decidido que el país no tenía remedio y se dedicaron a un obsesivo ejercicio de autocrítica y autoflagelación. Portugal no era moderno, ni europeo...
Hasta que llegó el fútbol. Entre el pasado 12 de junio, cuando empezó la Eurocopa, y el 4 de junio, día de la final, los portugueses vivieron una verdadera euforia: la selección fue finalista, y encima, esos mismos días, su primer ministro, José Manuel Durão Barroso, fue elegido presidente de la Comisión Europea. La UEFA echó una mano al anunciar que Portugal, pese a ser un país pequeño, organizó la mejor Eurocopa de la historia y, por fin, las cifras del primer trimestre de 2004 indican que el país puede estar a punto de salir de la recesión.
Pese a la crisis política de los últimos días, el sentimiento de orgullo nacional parece mantenerse. Miles de banderas adornan las ventanas de todas las ciudades y pueblos de Portugal. Habían sido colgadas para apoyar a la selección de fútbol, pero el presidente Jorge Sampaio dijo que le gustaría ver la misma movilización colectiva cuando se trate de solucionar los problemas estructurales del país, y los portugueses han decidido mantener un espíritu positivo.
En 2004 puede ser el año "de la euforia portuguesa". Queda saber qué hará Pedro Santana Lopes como primer ministro y si logrará mantener las banderas de Portugal en las ventanas de todas las casas.
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