El Tunecino fue vigilado por última vez seis días antes de la matanza
Serhane Ben Abdelmajid Sakhed, El Tunecino, considerado el líder del comando ejecutor del 11-M, fue objeto de observación policial por última vez el pasado 5 de marzo, sólo seis días antes de la masacre, según explicó ayer ante la comisión de investigación parlamentaria el jefe superior de Policía de Madrid, Miguel Ángel Fernández Rancaño. Éste subrayó que El Tunecino no era el objeto de la investigación sino que apareció, "entre otras muchas personas", vinculado a una presunta célula durmiente de carácter islamista dedicada al blanqueo de dinero, proselitismo y creación de infraestructuras para delinquir.
Las diligencias, a cargo de la Brigada Provincial de Información, explicó Rancaño, se abrieron en enero de 2003 y pasaron a ser dirigidas por el Juzgado Central número 4 de la Audiencia Nacional en julio pasado, archivándose, a petición de la policía, el 29 de marzo, después del 11-M, sin que se hubieran reunido indicios suficientes para imputar a los investigados. Rancaño agregó que se ha reabierto la investigación en el Juzgado número 6 de la Audiencia Nacional y está declarada secreta.
El jefe superior de Madrid reconoció que algunos de sus agentes tuvieron que dedicarse al plan de seguridad de la boda del Príncipe, pero negó que ello impidiera mantener el seguimiento de El Tunecino. Sencillamente, alegó, "nunca se contempló" la posibilidad de que se estuviese preparando el 11-M, ya que "si hubiésemos tenido la más mínima información, estaríamos ante un panorama muy distinto". Pese a estas explicaciones, el portavoz del PP, Jaime Ignacio del Burgo, le espetó: "Fue una lástima que se abandonara esa pista; quizá hubiera conducido a evitar el atentado".
Rancaño fue el responsable de la investigación del 11-M hasta las 18.30 del 13 de marzo, cuando se cambió el instructor, un funcionario de la Brigada de Información de Madrid especializado en ETA, por otro de la Unidad Central de Información Exterior dedicado al terrorismo islamista. Fue un relevo formal, ya que a las 14.30 de ese día el equipo instructor ya se había trasladado a la sede de la Comisaría de Información, en el complejo de Canillas, y ésta tuteló las pesquisas prácticamente desde el inicio.
El "punto crítico" de la investigación se produjo en la madrugada del día 12, cuando se empezó a trabajar con la tarjeta prepago hallada en la mochila bomba desactivada. "Antes", admitió Rancaño en alusión a ETA, "se podían barajar otras hipótesis. A partir de entonces", insistió, "el sesgo cambia sustancialmente; es evidente que ya no hay nada que discutir".
El máximo responsable policial de Madrid reconoció que, en los primeros momentos, "la desorientación era total" y que se empezó a trabajar en la autoría de ETA, "en función de los precedentes", pero, "a medida que los datos van surgiendo, se va cambiando la orientación". De los 12 testigos a los que se tomó declaración hasta las 10.30 del 11-M, los dos que ofrecieron más fiabilidad caracterizaron a los presuntos autores como de "raza árabe". En base a sus descripciones se elaboraron dos retratos robot en la tarde del día 12.
A pesar de que la investigación estaba bajo su competencia, Rancaño no fue invitado a la reunión de mandos de la policía y la Guardia Civil celebrada el 11-M en la sede de Interior, ni tampoco recibió ninguna información sobre sus conclusiones, por lo que no supo explicar de dónde salió la falsa noticia de que el explosivo de los atentados era Titadyne.
A preguntas del PP, explicó en la comisión parlamentaria que en la investigación de los atentados "no se ha encontrado ningún vaso comunicante entre el terrorismo islamista y ETA".
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