Buen ejercicio de estilo
Conviene decirlo de buen comienzo: no hay en una película como Incautos, y después de tantas ficciones, muchas de ellas contemporáneas, sobre el tema del timo perfecto, demasiados elementos de originalidad (en verdad, prácticamente ninguno). ¿Qué es lo que hace que, a pesar de un inconveniente tan claro, la película se pueda ver con contagioso gozo? Ni más ni menos, el oficio de su director, Miguel Bardem, felizmente recuperado tras los tropiezos artísticos que siguieron a su estimulante ópera prima, La mujer más fea del mundo.
Con un elenco en plena forma, en el que destacan todos, protagonistas y secundarios, pero del que sería una soberana injusticia no señalar en particular a otra espléndida recuperada, Victoria Abril, estupenda en un personaje que le permite lucir su bien ganado aplomo ante la cámara, Miguel Bardem cuenta la sempiterna historia del pardillo que aprende un oficio al que parece destinado desde la cuna (Ernesto Alterio), bien auxiliado por un padre putativo (Manuel Alexandre) y mejor adiestrado por el mejor de la profesión (Federico Luppi).
INCAUTOS
Dirección: Miguel Bardem. Intérpretes: Ernesto Alterio, Federico Luppi, Victoria Abril, Manuel Alexandre, Alejandro Casaseca, Gilbert Melki. Género: criminal, Francia-España, 2004. Duración: 110 minutos.
Guión evidente
Si nos la tragamos sin rechistar, si no paramos mientes en que sus retruécanos parecen siempre un punto excesivos, víctimas de un guión demasiado evidente, es porque la puesta en escena y el ritmo de su montaje son impecables. O dicho de otra forma, que la película Incautos es ni más ni menos que lo que pretende ser: un vehículo para pasar un buen rato de entretenimiento y diversión, y a otra cosa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.