El riesgo del fumador pasivo es el doble de lo que se creía
Expertos británicos piden la prohibición del tabaco en el trabajo
Un equipo científico londinense ha concluido que los fumadores pasivos ven incrementado su riesgo cardiovascular en un 50%-60%, y no en un 25%-30%, como se creía hasta ahora. La revisión al alza se debe a que el nuevo estudio no sólo ha considerado el riesgo debido a compartir el hogar con un fumador, sino también el asociado al lugar de trabajo. Los científicos reclaman prohibir el tabaco en el trabajo.
Los investigadores han estudiado a 4.792 hombres no fumadores a lo largo de 20 años. Su exposición al tabaco ajeno no ha sido estimada por criterios indirectos, sino por un marcador en la sangre, llamado cotinina, cuyos niveles dependen de la exposición al humo. El principal resultado es que los hombres no fumadores con altos niveles de cotinina en la sangre muestran un riesgo coronario 50%-60% mayor que los bajos en cotinina.
El trabajo ha sido realizado por Peter Whincup y sus colaboradores del Hospital Royal Free y la Facultad de Medicina Saint George, en Londres, y se presentó ayer en BMJ Online First, la edición electrónica del British Medical Journal.
Los resultados suponen un estímulo a las iniciativas, como la de Irlanda en marzo pasado, para excluir el humo de los lugares de trabajo. En España, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, se ha comprometido a prohibir el tabaco en los lugares de trabajo el año que viene.
El estudio actual ha sido financiado en parte por la Fundación Británica del Corazón. Su portavoz Tim Bowker declaró ayer a Reuters: "La necesidad de que se prohíba fumar en los lugares públicos ha quedado mejor ilustrada que nunca con este estudio. Ya sabíamos que fumar pasivamente incrementaba el riesgo coronario, pero este trabajo refuerza mucho la evidencia".
Ayer mismo, Michael Kabesch y sus colaboradores del Hospital Universitario Infantil de Múnich presentaron en la revista Thorax un estudio con 3.000 niños que asocia el hábito de fumar de los padres con el asma en los hijos predispuestos genéticamente.
Todas estas evidencias se suman a las aparecidas en la última semana sobre los fumadores activos. En ese estudio con 35.000 hombres, también aparecido en el British Medical Journal, Richard Doll y un equipo de epidemiólogos de la Universidad de Oxford mostraban que el consumo persistente de cigarrillos reduce en diez años de media la vida del fumador.
El estudio de Oxford sólo dejaba vislumbrar una nota de esperanza: las personas que dejan de fumar a los 50 años recuperan seis años de vida; las que lo dejan a los 40 viven sólo un año menos que los no fumadores; y los que lo dejan a los 30 viven tanto como ellos.
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