El Festival de Músicas Religiosas de Girona abre con la 'Misa criolla', que cumple 40 años

El Festival de Músicas Religiosas de Girona comenzó en la noche del pasado sábado su quinta edición con sentimientos católicos procedentes de Argentina, sutilmente mezclados con retazos andinos y revisitados por un grupo mexicano y una coral barcelonesa.

La inauguración se centró en la ya histórica Misa criolla de Ariel Ramírez, pianista y compositor argentino popular por su Alfonsina y el mar. Con presencia en la primera fila de las autoridades religiosas católicas locales y con una magnífica entrada en las escalinatas de la catedral gerundense. Una temperatura sumamente agradable se sumó a la belleza del entorno para redondear la propuesta.

La Misa de Ramírez para voces solistas, instrumentos tradicionales y coro se estrenó en 1964 y alcanzó fama mundial a finales de esa década con la grabación del recordado grupo Los Fronterizos. La versión presentada en Girona contaba en la parte solista con el dúo mexicano Carlos y Emiliano, la instrumental corrió a cargo de los también mexicanos Los Folkloristas, mientras que la parte coral fue calurosamente defendida por la Coral Cantiga. Otro mexicano, Fernando Ávila, dirigió el conjunto.

Oída con la perspectiva que dan 40 años, la Misa criolla ha perdido mucha de la fuerza con la que se presentó al mundo en su nacimiento. Lo que entonces sorprendía, la mezcla de instrumentos y danzas andinas con la liturgia católica y el contraste entre las voces solistas y el coro, es ahora cosa común y muchos han ido bastante más lejos y han profundizado más que Ramírez en acercamientos similares. No se le puede negar a la obra su papel precursor, pero ya no llega a emocionar. Y menos en una versión anodina como la dirigida por Ávila en Girona.

Los Folkloristas son más una institución museística que un grupo musical. Su trabajo se centra en la recuperación de antiguos instrumentos y de viejas melodías folclóricas. La primera parte del concierto, centrada en folclores mexicanos, cubanos y brasileños, fue más una clase magistral que un espectáculo. Ese mismo acartonamiento se contagió a la Misa de Ramírez en la segunda parte.