Virtual acuerdo para que Barroso presida la Comisión Europea
La casi segura marcha del primer ministro portugués a Bruselas abre una crisis en Lisboa
José Manuel Durão Barroso, el primer ministro de Portugal, será con casi total seguridad, el próximo presidente de la Comisión Europea, tras frenéticas semanas de negociaciones en las que han ido cayendo otros nombres. Fuentes gubernamentales españolas daban ayer por logrado el consenso entre los 25 socios de la UE. Bertie Ahern, primer ministro irlandés, que como presidente de turno debe encontrar un sucesor a Romano Prodi, dijo ayer que, a falta de unas consultas adicionales y de hablar con Barroso, espera convocar una reunión el martes en Bruselas para confirmar el nombramiento.
"Esta tarde tengo que hablar con la mitad de los jefes de gobierno que me quedan y también con Barroso", dijo ayer Ahern en la conferencia de prensa tras la conclusión de la cumbre anual entre la Unión Europea y Estados Unidos. "Esperamos sinceramente poder hacer la recomendación para que haya aprobación el martes".
Aunque Ahern indicó su voluntad de cerrar los contactos anoche, una fuente irlandesa señaló más tarde que todavía quedaban interlocutores para hoy: "Hasta que Ahern no hable con todos, no puede confirmar que hay consenso. Y hasta que no haya consenso no puede anunciar la reunión de confirmación del martes".
Con independencia de las consultas a realizar hoy mismo, en medio de la UE se daba por hecho que esta vez va a haber propuesta firme y que será la de Barroso. "Parece que está claro, ¿no?", decía una alta fuente de la Comisión Europea, que apoyaba la candidatura del político luso.
El potencial encumbramiento de Barroso suscitaba cierta inquietud en otros medios, que lo consideraban carente de la fuerza y del carácter visionario que requiere una comisión tan complicada como la de una UE a Veinticinco. Una fuente comunitaria le reconocía su capacidad para someter a Portugal a un duro régimen de control de gasto para cumplir con las directrices del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, pero dudaba de que estuviera en condiciones de imponer la misma dureza a países como Alemania o Francia, contumaces violadores del pacto. La alta fuente de la comisión, en cambio, señalaba como activo ese compromiso con un instrumento tan delicado y problemático.
"Es un magnífico negociador que se sabe desenvolver muy bien en situaciones difíciles", comentaba la fuente, que recordaba a Barroso como incansable mediador entre conflictos de distinto origen entre los diferentes países de la Unión Europea y le reconocía la astucia de haberse quedado fuera de la polémica foto de las Azores, cita de la que fue anfitrión.
El eventual nombramiento de Barroso para presidir la comisión deja expedita la vía para que Javier Solana se convierta en vicepresidente del ejecutivo comunitario y ministro de Asuntos Exteriores de la UE, cuando la recién aprobada Constitución europea entre en vigor, algo que en el mejor de los casos no ocurrirá hasta pasados dos años. Es la apuesta que hace España en el reparto de poder de la futura comisión que podría querer frustrar Francia con el argumento de que habría excesivo peso ibérico en la cúspide comunitaria.
Solana aplaudió la selección de Barroso. "Es muy buena elección", dijo. "Le conozco desde hace mucho, hemos trabajado mucho juntos y es muy buen amigo. Si se confirma su nombramiento yo estaré muy contento".
Portugal, a la espera
Portugal es un país en suspenso. Con la casi segura designación de su primer ministro, José Manuel Durão Barroso, como presidente de la Comisión Europea, el país asistió ayer a un intenso recuento de armas por parte de la oposición -toda la izquierda portuguesa- y de los dos partidos de la coalición del Gobierno. Los primeros exigen la realización de elecciones anticipadas. Los segundos, se preparan para un profundo cambio de gobierno, mientras intentan encontrar un sustituto para Durão Barroso que asegure la estabilidad política y la continuación de una coalición de derechas cuyo único seguro de vida era, para muchos, el propio Barroso.
Ante esta encrucijada política, el presidente de la República, Jorge Sampaio, acabó por hacer ayer un llamamiento a la "serenidad" y aconsejó "prudencia" en el debate público y en las especulaciones periodísticas sobre las consecuencias políticas de la salida de Durão Barroso del Ejecutivo. "Hasta parece que todo está ya solucionado, que ya hay un presidente de la Comisión Europea, que nosotros ya tenemos un nuevo primer ministro y hasta nuevos ministros", dijo. Y añadió: "Hay negociaciones en curso, nada más. Será un honor para Portugal
[tener a Durão Barroso como presidente de la Comisión Europea]", pero el primer ministro no ha sido designado.
Mientras, Durão Barroso insiste en su silencio. Portugal seguía esperando anoche una explicación de su primer ministro. Según fuentes de su entorno, Durão Barroso aguarda la invitación formal de Bruselas para anunciar al país que es candidato a presidir la Comisión Europea y que si es nombrado para el cargo dimitirá como jefe del Gobierno.
Si, como todo parece indicar, Durão Barroso es designado presidente de la Comisión el próximo martes, en Bruselas, en una reunión extraordinaria de los 25, presentará su dimisión a Jorge Sampaio al día siguiente. El presidente tendrá entonces que oír a todos los partidos con representación parlamentaria y sus consejeros para decidir si convoca elecciones anticipadas o si acepta un nuevo primer ministro sencillamente designado por la coalición actualmente en el poder. Un proceso que "lleva tiempo" y que "exige todavía un análisis substancial de la situación", como afirmó ayer el presidente portugués, Jorge Sampaio.
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