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TRASPASO DE PODER EN IRAK

La maldición del oro negro

Cuando se despeje, si llega el caso, el humo de la guerra y de los atentados y los nubarrones que se ciernen sobre la transición política de Irak, un nuevo peligro amenazará su estabilidad: la batalla por el control de los recursos petrolíferos.

El politólogo colombiano y rector de la Universidad Nacional en Bogotá, Marco Palacios, se muestra pesimista. "A largo plazo es de esperar que los grupos políticos, étnicos o religiosos iraquíes se peleen por las rentas petroleras. Porque pensarán que quienes las consigan serán los únicos que puedan construir el Estado. En países como Irak, sin instituciones políticas o económicas, el petróleo se vuelve una maldición, en una fuente de corrupción. La culpa de lo que ocurre en Venezuela o la más reciente inestabilidad de Ecuador se debe al petróleo".

En el mismo sentido se expresan Nancy Birdsall, presidenta del Centro para el Desarrollo Global, y Arvind Subramanian, del FMI, en un artículo publicado en el último número de la revista Foreign Affairs con el significativo título de 'Salvar a Irak de su petróleo'. Los autores afirman que en los países donde existe una cultura legal (Reino Unido o Noruega) el petróleo es una bendición. pero en aquellos donde no existe el imperio de la ley ni participación política la abundancia de oro negro "puede ser mala para el crecimiento económico y para la democracia".

Ni ricos ni democráticos

Birdsall y Subramanian subrayan que de 34 países en vías de desarrollo cuyos recursos petrolíferos o de gas natural constituyen al menos el 30% del total de los ingresos de sus exportaciones, en 12 de ellos la renta per cápita es inferior a 1.500 dólares y más de la mitad de sus poblaciones vive con menos de un dólar al día. Además, "dos tercios de los 34 países no son democráticos". Los autores citan como ejemplos varias naciones africanas, algunas ex repúblicas soviéticas y los casos de Libia o Arabia Saudí.

"El veneno del petróleo funciona de varias formas", añaden. Entre otras, señalan, "la volatilidad de sus precios hace que los países que viven de exportar sus recursos naturales estén expuestos a enormes riesgos; que al hacer sus divisas más fuertes dificultan que los bienes manufacturados del país sean competitivos internacionalmente" y que "el Estado sea relevado de cobrar impuestos", razones que conducen "al abuso de poder y a la corrupción" de las camarillas, grupos, etnias o funcionarios que manejan los beneficios.

Para que Irak evite todos estos males, los autores defienden que su futura Constitución imponga que los beneficios del petróleo sean distribuidos directamente a las familias iraquíes durante al menos 10 años. Por ahora la resolución 1.546 de la ONU sólo habla del "derecho del pueblo iraquí a ejercer plena autoridad y control sobre sus recursos naturales".

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