La irresistible ascensión de los documentales
El género documental despierta un inusual interés en una época del año antes reservada en exclusiva a las superproducciones. El escapismo ya no es el único protagonista de los estrenos veraniegos en Estados Unidos. Este año, por primera vez en la historia, Sony Pictures y MGM, dos de los más poderosos estudios de Hollywood, han decidido cambiar las fechas de estreno de dos de sus grandes apuestas estivales (la comedia White chicks y la biografía cinematográfica de Cole Porter, De lovely) para que no coincidan con las de un documental, el de Michael Moore, Fahrenheit 9/11. Pero esta decisión inusual no sólo indica el poder taquillero de este cineasta, que convirtió su anterior película, Bowling for Columbine, en el documental más lucrativo de su género, con 21 millones de dólares de recaudación sólo en Estados Unidos. El efecto de aquel filme y el de otros como Capturing the Friedmans, The fog of war (ganador del Oscar al mejor documental) o My arquitect ha provocado en los estadounidenses un intenso interés por descubrir la realidad a través de películas que hasta hace apenas dos años estaban relegadas a salas de apenas 50 asientos, o a horarios televisivos absolutamente desagradecidos.
Por todo ello, este verano podrá recordarse por la invasión de documentales -género independiente casi por definición- que han aterrizado masivamente en las salas norteamericanas, precisamente en los meses que antes se reservaban, prácticamente en exclusiva, a las superproducciones. Y no llegan solos, ya que siguiendo la estela marcada por el Festival de Sundance, adonde en los últimos años los distribuidores ya no acuden con tímida curiosidad profesional sino con absoluta voracidad comercial, pequeñas películas de primerizos o independientes también han conseguido colarse con inusual velocidad entre los estrenos veraniegos.
Es el caso, entre otros, de Bukowski, sobre el escritor homónimo; Imelda, sobre la esposa del presidente filipino Ferdinand Marcos (también con premio en Sundance); Word worlds, sobre fanáticos del scrabble, o Riding Giants, sobre los pioneros del surf.
