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La justicia belga condena a cadena perpetua al pederasta Marc Dutroux

El juicio que ha conmocionado a Bélgica acaba tras ocho años de investigaciones

Gabriela Cañas

El pederasta Marc Dutroux puede pasar el resto de su vida en la cárcel. El tribunal de Arlon (al sur de Bélgica) le ha condenado a la pena máxima, la perpetuidad, con pocas posibilidades de redención. Duramente castigados también su ex mujer (30 años) y su cómplice en los secuestros (25), el supuesto jefe de la banda ha quedado prácticamente libre por falta de pruebas. Así terminó ayer el proceso más mediático de la historia belga, que la opinión pública ha seguido con cierta distancia tras ocho años de investigación que han dejado abiertas demasiadas incógnitas.

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A la cadena perpetua de Dutroux, de 47 años, se le ha añadido una medida de seguridad de diez años de "puesta a disposición" del Gobierno belga para vigilarle en el caso de que algún día saliera en libertad condicional, lo que no parece probable en un país en el que no hay límite de edad para los reos. En su caso, se han aplicado todos los agravantes: secuestro de seis niñas (entre 1995 y 1996) a las que torturó, violó y amenazó de muerte; asesinato de dos de ellas, responsabilidad en la muerte de otras dos y violación de otras tres menores, entre otros terribles delitos.

También recibe una dura condena su ex esposa y madre de tres de sus hijos, Michelle Martin, de 44 años, esa mujer pulcramente ataviada de gesto compungido que ha pedido una y mil veces perdón a las víctimas, pero que colaboró con Dutroux en sus crímenes y dejó morir de hambre a dos de las niñas (Mélissa Russo y Julie Lejeune, de ocho años), mientras alimentaba en la misma casa a sus dos perros.

Mejor parado ha salido Michel Lelièvre (33 años), el toxicómano que secuestró con Dutroux a sus víctimas, aunque nunca abusó de ellas, y, sobre todo, con Jean-Michel Nihoul, el hombre que, según Dutroux y el fiscal, encargaba los secuestros, pero que ha quedado absuelto de los hechos principales. Tal circunstancia sitúa el caso Dutroux lejos de las sospechas que conmocionaron a este país entre 1996 y 1998, cuando una investigación parlamentaria y testimonios nunca ratificados parecían dejar al descubierto la profunda cloaca en la que el poder político, judicial y empresarial se habrían aliado para surtir a una red de pederastia que protegía a Dutroux.

Tales sospechas, sobre las que siguen convencidos el 68% de los belgas, y los enormes errores cometidos en la instrucción del caso, que culminó con una breve fuga del acusado en 1998, motivaron la dimisión de los ministros de Interior y de Justicia e influyó, un año más tarde, en la derrota electoral del Gobierno democristiano.

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Hasta ayer mismo se esperaba una revelación del propio Dutroux. Pero el pederasta no dio ninguna nueva pista ni sobre la supuesta red ni sobre multitud de detalles sobre las niñas secuestradas, pues, tras ocho años de pesquisas, las principales evidencias del caso sólo las ha aportado el mismo acusado.

Fuera ha quedado cualquier otra responsabilidad, aunque se sabe que la policía, que tenía pruebas sobre la mesa en su momento, podía haber rescatado a las primeras niñas raptadas (Mélissa y Julie, en junio de 1995), a las siguientes (An Marchal, de 17 años, y Eefje Lambrecks, de 19, en agosto de 1995), y ahorrar muchos sufrimientos a Sabine Dardenne (12 años cuando fue secuestrada en mayo de 1996) y Laetitia Delhez (14 años en agosto de ese mismo año).El mismo juez que ha instruido este caso está encargado ahora de continuar el llamado "sumario bis" sobre la supuesta trama con todas las pruebas aún sin analizar, como esos 6.000 cabellos extraídos del coche y del zulo donde Dutroux encerraba a sus víctimas.

Dutroux, poco antes de conocer su sentencia, en el tribunal de Arlon.

 / AP
Dutroux, poco antes de conocer su sentencia, en el tribunal de Arlon. / AP

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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