La ola de calor del año pasado causó 400 muertes en Barcelona
El consistorio diseña un plan dirigido a unas 30.000 personas en situación de riesgo
La ola de calor del pasado verano disparó la mortalidad en toda Cataluña pero muy especialmente en la ciudad de Barcelona, donde se registraron la mitad de las 800 defunciones que la Generalitat atribuye a las altas temperaturas. El motivo es el elevado número de personas mayores que viven en la ciudad, un colectivo especialmente frágil ante las situaciones meteorológicas extremas. El Ayuntamiento ha preparado un plan para prevenir y minimizar los efectos que podría tener una nueva ola de calor.
Los colectivos más vulnerables en situaciones de temperaturas extremas son, además de los ancianos, las personas que viven solas y en condiciones de precariedad, los enfermos crónicos (asmáticos, diabéticos, hipertensos o afectados por patologías cardiorespiratorias), los discapacitados y las personas que toman medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central.
El Ayuntamiento cifra en unas 30.000 las personas que responden a estos perfiles en la ciudad de Barcelona. Técnicos de las concejalías de Bienestar Social y Sanidad, conjuntamente con los Centros de Asistencia Primaria, están elaborando un censo "actualizado" por distritos de todas estas personas para facilitarles la atención necesaria en caso de que se disparen de forma sostenida las temperaturas.
El plan, diseñado por el Consorcio Sanitario y la Agencia de Salud Pública de Barcelona, se complementa con el que ha elaborado el Departamento de Salud para Cataluña. El consistorio prevé la activación de todos los recursos de emergencias si es necesario y divulgará "con la máxima antelación posible" las situaciones meteorológicas de riesgo para ponerlos en marcha con anticipación. Asimismo, el Ayuntamiento analizará semanalmente "la valoración cualitativa de los datos sobre temperaturas y defunciones", según explicó la presidenta de la Agencia de Salud Pública, Imma Mayol.
Según las cifras que ayer se dieron a conocer, en los primeros 25 días de agosto del año pasado se registraron un 55% más de muertes que en el mismo periodo del año anterior. El incremento fue del 118% en la segunda semana de agosto, cuando se mantuvieron temperaturas máximas de 39 grados.
Según los datos recopilados por el Ayuntamiento, unas 400 muertes estuvieron relacionadas con el fuerte incremento de las temperaturas. La mayoría de los fallecidos eran personas ancianas con enfermedades crónicas que vieron fatalmente empeorada su salud a consecuencia del calor extremo. Las cifras constrastan con las que facilitó en su día el Ministerio de Sanidad y con las del Departamento de Sanidad del anterior Gobierno de CiU, que contabilizaron sólo cinco muertes en Cataluña al tener en cuenta únicamente las causadas por golpes de calor.
El Ayuntamiento considera, sin embargo, que el impacto de las olas de calor debe medirse a partir de la sobremortalidad y de los posibles factores sociales asociados, lo que permite "orientar las futuras acciones de prevención y control" sobre la población de riesgo.
El concejal de Bienestar Social, Ricard Gomà, admitió ayer que la ciudad dispone desde hace años de dispositivos de atención a la población vulnerable en casos de descensos acusados de temperatura en invierno, pero no existía ningún plan para las situaciones de calor intenso. "La ola de calor del año pasado fue inusual en Barcelona, pero nos ha planteado la necesidad de preparar un operativo ante la posibilidad de que se repita", dijo Gomà.
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