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Clases no sexistas en la Universidad para futuros "profes" y "profas"

Carmen Morán Breña

En la Universidad Autónoma de Madrid hace ya más de seis años que se imparte a los futuros profesores una asignatura sobre igualdad. Es de libre configuración, es decir, que pueden elegirla estudiantes de cualquier carrera como complemento a su titulación y tiene un éxito notable entre hombres y mujeres. María Ángeles Espinosa, profesora de la Autónoma, explica el cómo y el porqué de Educación para la igualdad, una asignatura optativa para licenciados que trabajarán como profesores de secundaria una vez aprueben las oposiciones. "Primero definimos conceptos clave y en un segundo bloque estudiamos los datos; vemos, por ejemplo, cómo a los niños y a las niñas se los socializa de forma distinta desde pequeñitos", resume Espinosa.

Por último, una tercera parte de la asignatura analiza "cómo la escuela podría contribuir a una verdadera coeducación. Se trabaja en proyectos de igualdad que implantar en clase, se buscan las herramientas para detectar la discriminación en los centros. La idea es sacar a la luz esos sesgos para poderlos eliminar".

Los problemas en la escuela, se dice en los últimos años, no son más que el reflejo de los que ya existen en la sociedad. Y el lenguaje y las manifestaciones sexistas en los centros educativos no escapan a esa lógica. "Los textos escolares están hechos por hombres, escritos en masculino y donde los personajes femeninos casi no existen. Cualquier problema de matemáticas empieza por 'un agricultor', 'un frutero'... Hay sexismo en el lenguaje del profesorado, en sus actitudes, en las del alumnado, en los carteles que se ponen por ahí...".

Más control

Espinosa va incluso algo más allá. Considera que no se evalúa de igual forma el comportamiento de los alumnos y las alumnas. "Se suele ser menos exigente con las faltas de disciplina que cometen las chicas, por ejemplo". También pasa en la casa, "a las chicas se las sigue controlando más, los horarios, los amigos".

Todo esto, dice, debe ir cambiando. Empezando por el lenguaje, algo en lo que todos los expertos y los coeducadores consultados hacen fuerte hincapié. "Es importante nombrar las cosas; si no se nombran no se piensan", explica el profesor Juan Cantonero. Si sólo se nombra al profesor, sólo se piensa en una figura masculina. Entre los chicos ya va calando, y se les ve decir con naturalidad el "profe" y la "profa".

"No debe olvidarse que todo el centro tiene que embarcarse en la tarea de introducir la perspectiva de género en la escuela, que las únicas limitaciones de la persona sean sus intereses, capacidades y anhelos", concluye Espinosa.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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