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El INE publicará a partir de 2005 un indicador de productividad más completo

El nuevo índice incorporará el impacto de las nuevas tecnologías en la producción

Lucía Abellán

La evolución de la productividad podrá medirse el próximo año de forma mucho más precisa. El Instituto Nacional de Estadística (INE) lanzará a partir de 2005 un nuevo concepto de productividad que incorporará el impacto de las nuevas tecnologías, de forma que no se limite, como ahora, a la relación entre producción y número de ocupados. Así se podrá analizar con más criterio uno de los indicadores que el Gobierno socialista ha situado a la cabeza de sus prioridades. La productividad española creció un 0,6% en 2003, igual que en la zona euro y muy por detrás del 2% de EE UU.

La productividad ha sido un elemento tradicionalmente descuidado en la información oficial. Sólo desde hace un par de años el INE incluye en sus informes trimestrales de contabilidad nacional la evolución de la productividad, entendida como el cociente entre el producto interior bruto (PIB) del país y el número de ocupados. Es lo que se conoce como productividad aparente del trabajo, un indicador que apenas permite establecer análisis cualitativos de este indicador.

En el último debate de Presupuestos Generales del Estado, con el PSOE aún en la oposición, el ahora presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, desempolvó este concepto y lo convirtió en el eje de su política económica. Con su llegada al poder, el nuevo Ejecutivo ha reiterado su propósito de impulsar la productividad, prácticamente hundida desde 1996. El objetivo parece claro, pero los medios no están definidos.

La existencia de un nuevo indicador más completo contribuirá a paliar uno de los principales problemas a la hora de medir la productividad. Las cifras indican que en Estados Unidos esta variable funciona mucho mejor (creció un 2% el año pasado frente al 0,6% de la Unión Europea), pero los expertos alertan de que las formas de medirlo en uno y otro continente no son homogéneas.

"Decir que la productividad estadounidense es más alta es falso. Aquí se mide por persona y año y allí, por persona y hora", explica Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona y colaborador del servicio de estudios de Caixa Catalunya. En efecto, al medir la productividad por hora no se tienen en cuenta los tiempos libres, mientras que si se computa por año, las vacaciones cuentan.

Elemento diferencial

Hay otro elemento diferencial entre ambos modelos. Estados Unidos contabiliza como nuevas tecnologías tanto los productos que merecen esta calificación como los que se utilizan para fabricarlos, aunque éstos no sean de tecnología punta. En Europa sólo se consideraría tecnología el resultado de la producción, según explica el INE.

Más allá de las cuestiones técnicas, otro de los elementos que indudablemente contribuyen a elevar la productividad es la pérdida de empleos con la misma producción, una vía a la que nadie parece querer recurrir al hablar de fórmulas para incrementarla. "Si las empresas se acostumbran a producir lo mismo con menos empleados no hay incentivos para contratar", reconoce María José Huete, de Analistas Financieros Internacionales. Esta experta aboga por reformar el mercado laboral, de forma que sea más flexible, como en Estados Unidos.

El otro ingrediente de esta receta consiste en fomentar las nuevas tecnologías, un elemento, al contrario que el anterior, en el que todas las partes implicadas están de acuerdo. La unanimidad se extiende asimismo al convencimiento de que no hay fórmulas mágicas efectivas de inmediato; los esfuerzos sólo serán visibles a medio y largo plazo.

Sean o no homogéneos los datos entre Europa y Estados Unidos, lo cierto es que la evolución de la productividad se ha acelerado en Norteamérica en los últimos años a la vez que en Europa se ralentizaba. Justo lo contrario de lo que ocurría años atrás. Un informe del Banco de España pone de manifiesto que entre 1980 y 1995 este factor avanzó alrededor del 1,7%, frente al 1,3% de Estados Unidos. En cambio, desde 1996 la productividad ha crecido poco más de medio punto en Europa y un 2% en Estados Unidos.

En España, la evolución de la productividad ha sido especialmente renqueante en los últimos años. El año pasado creció un 0,6%, igual que en la zona euro, según datos de la Comisión Europea. Esta evolución se aleja del 3% de Grecia, el 1,7% de Finlandia o el 1,6% de Alemania y Suecia, aunque también hubo países donde la productividad descendió (medio punto en Italia y Luxemburgo).

El Banco de España constata que parte de la escasa evolución de la productividad obedece a la intensa generación de empleo de la economía. No obstante, la institución advierte de que esta tendencia puede lastrar la competitividad de la economía española.

Evolución según el sector

La productividad evoluciona de forma diferente según el sector. El problema de España es que son precisamente los sectores que más contribuyen al crecimiento económico (servicios y construcción) y a la creación de empleo los que registran menor productividad. Así, en construcción ha descendido respecto a 1995 y en servicios se ha mantenido idéntica. En cambio, el sector energético, con un peso mucho menor, se sitúa a la cabeza de los incrementos, según datos facilitados por el servicio de estudios de Caixa Catalunya.

Además de invertir en tecnología, incrementar la productividad española requiere potenciar el capital humano, según el catedrático Josep Oliver. Más recursos para formación profesional y mayor colaboración entre universidades y empresas, de forma que la fuerza de trabajo adquiera mayor preparación. Este experto desaconseja cegarse con el brillo de la tecnología y aboga por intentar mejorar la productividad en los sectores donde España ya tiene buenos resultados, como el turismo y la construcción de automóviles.

"Hay que huir de la idea de que el país tiene que hacer un Silicon Valley", apostilla Oliver en referencia al centro donde nacieron las grandes empresas tecnológicas en California.

Promesa electoral

El programa electoral con el que el PSOE se presentó a las pasadas elecciones generales ponía el énfasis en el incremento de la productividad como motor del crecimiento económico y del bienestar social.

El PSOE arguyó que la productividad se ha deteriorado y que la tasa anual de crecimiento en los años del PP había pasado del 2% al 0,6%. De haberse mantenido el nivel de productividad de la época socialista, según el PSOE, la sociedad española disfrutaría en estos momentos de una renta por habitante equivalente al 98,5% de la media de la UE, es decir, 10 puntos por encima del nivel real actual.

El partido en el Gobierno ha recogido en su programa la advertencia de más de un experto: aunque la convergencia real con la Unión Europea (UE) ha aumentado en España en los últimos años, gracias al crecimiento del empleo, los rendimientos de esta estrategia amenazan con ser decrecientes en el futuro y sólo podrán ser compensados por el aumento de la productividad.

Muchos economistas sostienen que el aumento de la productividad reduce los costes laborales unitarios y, por lo tanto, aumenta la competitividad, las ventas de las empresas e incentiva su contratación laboral.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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