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Por un crecimiento más ecológico (1)

Cuando los líderes del mundo se reunieron en la Cumbre del Milenio hace cuatro años, acordaron una serie de objetivos destinados a reducir la pobreza mundial en 2015. También establecieron objetivos relacionados con el medio ambiente, porque entendían que eran fundamentales para el crecimiento económico, el desarrollo humano y la estabilidad del planeta a largo plazo. El problema es que hoy, apenas a 10 años de 2015, cuando esos objetivos deberían haberse cumplido, el progreso en lo que al medio ambiente se refiere es alarmantemente lento.

Es posible hacer mucho más. La retirada paulatina de sustancias destructoras del ozono mediante el Protocolo de Montreal, por ejemplo, demuestra lo que se puede hacer cuando la comunidad internacional trabaja unida. Gracias al protocolo, se calcula que se evitarán hasta 20 millones de casos de cáncer y 130 millones de cataratas oculares. Nuestro mundo no sólo está desequilibrado, sino en peligro. La deforestación aumenta, tras perder casi 100 millones de hectáreas de arbolado sólo en la pasada década, en buena parte por culpa de que millones de agricultores pobres de África y Latinoamérica se ven obligados a talar árboles porque no tienen acceso a terreno o a fuentes de energía.

Los países más ricos contribuyen mucho al daño medioambiental. Representan sólo el 15% de la población pero emiten el 50% de todo el CO2

Al mismo tiempo, las emisiones de dióxido de carbono están aumentando: el objetivo de la Unión Europea es reducir las emisiones de gases invernadero en un 8% de aquí a 2010; pero con las políticas actuales, sólo disminuirán un 0,55%. De las especies mundiales, el 12% de los pájaros, el 24% de los mamíferos y el 30% de los peces son vulnerables o se encuentran en peligro inmediato de extinción.

El problema del medio ambiente es aún mayor en los países en vías de desarrollo, donde viven 5.000 de los 6.000 millones de habitantes del planeta. En estos países, el medio ambiente está directamente relacionado con el desarrollo humano y con la pobreza. Más de 1.000 millones de personas de los países en vías de desarrollo no tienen agua potable; más de 2.000 millones no tienen acceso a servicios básicos de saneamiento. Cada año mueren entre cinco y seis millones de personas, principalmente niños, debido a enfermedades transmitidas en el agua, como la diarrea, y a la contaminación atmosférica.

De continuar las tendencias actuales, no se cumplirán los objetivos del milenio para el medio ambiente. ¿Qué debemos hacer? Para empezar, debemos reconocer el desequilibrio fundamental en la ecuación medioambiental mundial. Los países más ricos contribuyen mucho al daño medioambiental. Aunque representan sólo el 15% de la población mundial, causan el 50% de las emisiones globales de dióxido de carbono, con todo lo que éstas implican para el cambio climático. Pero los países más pobres soportan buena parte de los "costes", pierden hasta un 8% de su PIB anual debido a la degradación medioambiental, y sufren asimismo los devastadores efectos que ésta tiene sobre la salud y el bienestar humano.

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