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LA EUROPA DE LOS VEINTICINCO

La Unión intentará salvar su Ley Fundamental aunque no sea ratificada en los 25 países

Si cuatro quintas partes de los países refrendan la Constitución, el Consejo decidirá qué hacer

Carlos Yárnoz

Los principales países de la UE están decididos a salvar la Constitución aprobada el pasado viernes aunque no sea ratificada por los 25 países a lo largo de los dos años que durará el proceso. Pese a las dudas que hubo hasta el último momento, los Veinticinco introdujeron en la Carta Magna una declaración incorporada al Acta Final en la que se indica que, si cuatro quintas partes de los países (ahora 20) ratifican la Constitución en los dos años posteriores a la firma y algún otro no lo hace, "el Consejo Europeo tomará conocimiento de la cuestión", es decir, decidirá qué hacer.

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El texto inicial de esa Declaración, cuando fue redactada en el Presidium de la Convención que elaboró el proyecto constitucional, señalaba que los países que rechazaran la Constitución tendrían que decidir si optaban por abandonar la Unión Europea una vez que cuatro quintos de los socios del club la hubieran ratificado. El texto se suavizó después, ante el temor de que fuera alguno de los grandes países el que rechazara la Carta Magna, pero la redacción final deja abierta todas las opciones al Consejo Europeo.

No es casual que, por primera vez en un Tratado de la UE, la Constitución incluya también un artículo que contemple la posibilidad de que un país abandone voluntariamente la Unión. "La Unión negociará y celebrará con ese Estado un acuerdo que regulará la forma de su retirada", señala el artículo 59 de la primera parte. Y añade: "La Constitución dejará de aplicarse al Estado de que se trate a partir de la fecha de la entrada en vigor de la fecha de retirada".

La ratificación de la Constitución debe hacerse bien por los Parlamentos nacionales, bien a través de referendos. Hasta el momento, los países que ya han anunciado que harán un referéndum sobre la Constitución son Reino Unido, Bélgica, Dinamarca e Irlanda. También es muy probable que haya consultas populares en España, Luxemburgo y Holanda, mientras se muestran indecisos Francia, como Portugal, Estonia, Polonia, Letonia, Lituania y Eslovenia.

Las posibilidades de que la Ley Fundamental sea rechazada en alguno de los países es muy elevada. Ya se produjo una situación de ese tipo por referendos en Dinamarca en 1992, a raíz del Tratado de Maastricht, y en Irlanda en 2001, a raíz del Tratado de Niza. En el primer caso, el Tratado añadió cláusulas especiales para los daneses, mientras los irlandeses repitieron el referéndum un año después y aprobaron el Tratado. Hoy, el caso más polémico es el del Reino Unido, donde los sondeos siempre reflejan los menores apoyos a las iniciativas europeístas. Su primer ministro, Tony Blair, anunció el pasado 20 de abril que convocará un referéndum sobre la Constitución y varios dirigentes franceses ya han insinuado abiertamente que, si el resultado es negativo, el Reino Unido deberá plantearse si continúa o no en la Unión Europea.

El Gobierno británico logró salvar todas sus líneas rojas en la Constitución en la recta final de negociación de la misma, y para ello empleó sobre todo el argumento de que, si el resto de países no cedía, sería prácticamente imposible que el resultado del referéndum fuera positivo.

La última ventaja obtenida por los británicos, en este caso por imposición de Holanda, consiste en que las perspectivas financieras o marco financiero anual seguirá siendo decidido por unanimidad, con derecho a veto, salvo que los líderes decidan unánimemente lo contrario. Londres puede preservar así el llamado cheque británico (más de 3.000 millones de euros al año).

Aun así, pese a esos recortes, los dirigentes europeos han valorado que esta Constitución no supone ni un solo paso atrás con respecto a los tratados anteriores, incluido el vigente de Niza. El presidente francés, Jacques Chirac, declaró el viernes por la noche que la Carta Magna ha respetado "más del 80%" del proyecto de Constitución que elaboró la Convención que presidió el también francés Valéry Giscard d'Estaing.

El presidente de Francia, Jacques Chirac, atiende a los periodistas durante una conferencia de prensa posterior a la cumbre de Bruselas.
El presidente de Francia, Jacques Chirac, atiende a los periodistas durante una conferencia de prensa posterior a la cumbre de Bruselas.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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