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Txabarri y Elorza apelan al consenso en medio de continuos reproches

Ayuntamiento, Diputación y Gobierno vasco comparten la voluntad de crear el Centro de Cultura Contemporánea -han comprado a Altadis su parte del edificio de Tabacalera por 8,5 millones de euros-, y a sus representantes se les llena la boca hablando de "consenso". Pero ayer, antes de la visita guiada a la antigua fábrica, un imponente edificio de 30.000 metros cuadrados útiles con olor a Ducados y Davidoff, fueron incapaces de dejar de lado sus rencillas personales y dar imagen de unidad. Los reproches mutuos, directos y velados, fueron constantes.

"Es mi primera vez en Tabacalera. No voy a negar que me gustaría haber estado antes como algunos VIP,s", lanzó González de Txabarri. Era una alusión directa a Elorza, que aprovechó el breve periodo de propiedad municipal del edificio -primero lo compró el Ayuntamiento- para enseñárselo a algunas personalidades y periodistas. Dicen que sin consultar con sus socios. "Tenía interés para la representación de la ciudad", justificó Elorza, quien no tuvo empacho en decir que le hubiese gustado impulsar el proyecto en solitario y que le daba "pena" hacer entrega del edificio.

Fue más que un rifirrafe -se prolongó-, que sorprendió y desvió la atención de la rueda de prensa. En ella se anunció el encargo del proyecto de definición de contenidos a Bearing Point y Locum. Estará para fin de año. Elorza, que quiere organizar una exposición sobre urbanismo y arquitectura en septiembre, cree que Tabacalera debe inspirarse en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y el alemán de Karlsruhe.

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