Situación crítica
Un decepcionante encuentro ante Grecia deja a España sin más perspectiva que jugarse la vida frente a Portugal
Un decepcionante partido deja a España en situación crítica, sin más perspectiva que jugarse la vida frente a Portugal en Lisboa. No es el mejor rival ni el escenario más amable para resolver el inmediato futuro de un equipo que no acaba de despegar. Su industrioso juego no sirvió para marcar diferencias con Grecia, una selección integrada por jugadores expertos, sin demasiado relieve, pero con la decidida vocación de amargar la vida a sus adversarios. A su carácter estrictamente defensivo añade una serenidad inalterable. Los griegos difícilmente entran en crisis. Parecían en su casa en la victoria frente a Portugal y nadie se desestabilizó ante España, que tomó ventaja en la primera parte y no le sirvió de nada. Charisteas aprovechó un espléndido pase de Tsartas y el clamoroso error de Puyol en el marcaje para empatar el encuentro. No hubo otra reacción que la de Joaquín, impactante en el segundo tiempo. Sus brillantes desbordes no encontraron rematadores. Alrededor tampoco se dieron las condiciones para el gol. España, que nunca dio impresión de frescura, terminó agarrotada, consciente del gigantesco problema que tiene enfrente. No sólo se medirá con Portugal en un partido de máxima exigencia, sino que jugará contra los viejos fantasmas que pesan sobre la selección española en los grandes torneos.
El empate habla menos de justicia que de las malas sospechas que dejó España tras el primer encuentro. Es cierto que ganó y que su autoridad sobre Rusia fue indiscutible. Pero en ese encuentro se vieron las señales de un equipo demasiado plano, correcto en sus mejores momentos, pero nunca vibrante. Sáez persistió en su idea original: un equipo para erosionar al rival y otro para tumbarlo. No cambió la alineación del primer encuentro y de nuevo comenzó el laborioso proceso de juego, con un dato relevante: Grecia es un equipo vulgar, pero no le falta oficio. Predica un fútbol poco agradable, con interrupciones constantes y un sentido muy agudo de la demora. La gente se toma su tiempo para cualquier cosa. Grecia, en definitiva, juega contra el sistema nervioso de sus rivales. Y le funciona. Desquició a Portugal y deprimió a España.
El partido se dibujó con las mismas condiciones que el primero. Los mismos jugadores, la misma clase de fútbol, la misma impresión de superioridad española. También coincidieron algunos datos que merecían comprobarse: Baraja está en una fase de abatimiento y Morientes ha perdido el filo que le ha caracterizado en el Mónaco. Tampoco fue una buena noticia para Vicente la tenaz resistencia que le ofreció Seitaridis, un lateral poderoso y rápido que salió con nota de su enfrentamiento con el extremo español. Vicente estuvo activo y amenazante en sus incursiones, pero no logró imponerse a Seitaridis. Por el otro costado, Etxeberria estaba fundido por la fatiga o por la insolación. Jugó por la banda del sol, que ayer era lo más parecido a jugar en el infierno.
No le faltó protagonismo a España. En ese capítulo es una selección generosa, consciente del papel que cumple en la escala europea. Sin embargo, a su juego volvió a faltarle sorpresa. El problema aparece por la ausencia de pasadores, lo que obliga a un fútbol muy lineal que alcanza sus mejores posibilidades cuando desemboca en Vicente. Tampoco es, al menos por lo que respecta a la versión del primer tiempo, un equipo de habilidosos. Hay que masticar mucho o encontrar la astucia de Raúl, que no jugó el partido de su vida, pero fue el hombre más importante del equipo. Su sustitución es inexplicable. Raúl estuvo atento a todas las cuestiones del partido. Finalmente, fue decisivo en la jugada del gol. Interceptó una pelota en el área, amagó con el desborde y se la entregó a Morientes con un perfecto taconazo. Con un derechazo implacable, Morientes sacó su alma de goleador. Luego, regresó a su preocupante estado en la Eurocopa.
Antes y después del gol, no había duda de la distancia entre España y Grecia. También se vio que Grecia tenía algunas armas para maquillar la diferencia de clase y recursos. Dispone de gente experta y laboriosa, futbolistas muy aparatosos casi todos, muy eficaces para desestabilizar al contrario. Grecia no se salió jamás del partido y esperó su oportunidad. Llegó cuando Sáez ya había tirado del plan B. Cambió a Etxeberria por Joaquín, decisión irreprochable. Joaquín fue el protagonista del segundo tiempo y una pesadilla para Fyssas. Valerón entró por Morientes, en medio del entusiasmo de la hinchada, que no tuvo respuesta en el juego del jugador canario. Valerón apareció para acentuar las diferencias y se encontró con el empate de Grecia, que se benefició de Tsartas, un futbolista muy particular. No está para lo grueso ni casi para lo fino. Y es perezoso como pocos, pero su zurda es un arma de precisión. Su pase a Charisteas en la jugada del gol fue perfecto. El efecto del tanto resultó devastador para España. Sólo Joaquín pareció ajeno al estupor general. Sin embargo, su impecable partido no evitó la frustración del empate, resultado que condena a España a un duelo temible frente a Portugal.
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