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Reportaje:

Galardonado "por respirar"

El poeta Leopoldo de Luis protagoniza en Málaga la cálida y poética entrega de los Premios Nacionales de Literatura 2003

Juana Viúdez
Málaga La tierra que enamoró a García Lorca, y que fue cuna de María Zambrano y del genial Picasso hizo de marco ayer en la entrega de los Premios Nacionales de Literatura 2003. La ministra de Cultura, Carmen Calvo, justificaba la elección de Andalucía por su tradición cultural de primer orden. "En esta tierra han dejado sus huellas fenicios y griegos, y aportó a Roma emperadores, poetas y pensadores", dijo Calvo, "todavía hoy admiramos la riqueza de la etapa andalusí, que supo sintetizar el pensamiento, la ciencia y el arte de Oriente y Occidente". El antiguo Parador de San Rafael en Málaga -

albergó el acto al que también acudió el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, y la consejera de Cultura de la Junta, Rosario Torres, entre otras personalidades.

Tras la entrega de los galardones el poeta y crítico literario Leopoldo de Luis (Córdoba, 1918), que obtuvo el Premio Nacional de las Letras por toda su obra, habló en nombre de los premiados con un emotivo discurso que tuvo a la poesía como principal protagonista. De Luis se definió como un poeta "fiel a sí mismo que ha resistido durante muchos años al paso del tiempo" y consideró que el galardón servirá para unirle más al pueblo. El poeta recordó a compañeros de generación "que ya no están" como Celaya, Otero, Hierro o García Nieto y a otros, en activo, como Bousoño, García Baena o Alfonso Canales.

El cordobés, que vivió su infancia en Valladolid y a los 17 años se instaló en Madrid, aseguró que recibir un premio por hacer poesía es como si le pagaran por respirar. Habló de la forma en que el poeta se enfrenta a la obra. Con fe, en la juventud, esperanza en la adolescencia y calidad en la vejez. Arremetió contra aquellos que consideran a la poesía "algo bello pero inútil" ya que si así fuera habría perdido 70 años de su vida. "La poesía viene a ser la única palabra cuerda y de esperanza en un mundo enloquecido", contó el autor, cuya obra se cimenta en la condición humana y el paso del tiempo y la muerte.

La ministra de Cultura reivindicó el espíritu de la Generación del 27, un talante que ocupó "un lugar muy especial en Málaga", ya que vivieron en la ciudad durante su infancia José Moreno Villa, Vicente Aleixandre, Emilio Prados o Manuel Altolaguirre. Calvo aludió a la revista Litoral, portavoz de la poesía del 27, "que hoy se sigue editando y ha conservado su exquisitez de fondo y forma".

Entre los premiados se encontraba el profesor Vicente Fernández González, Premio Nacional a la Mejor Traducción por segunda vez, por la versión del libro Verbos para la rosa, del poeta griego Zanasis Jatsópulos, editado por la editorial malagueña Miguel Gómez Ediciones. Fernández, que trabaja como profesor de Griego en el departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Málaga, recibió en 1992 el mismo galardón por la traducción de Seis noches en la Acrópolis, de Yorgos Seferis.

La editorial Renacimiento, radicada en Sevilla, fue distinguida con el premio a la mejor labor editorial cultural por su apuesta "por los jóvenes escritores españoles, sobre todo poetas, y la recuperación de la memoria cultural de la Edad de Plata y el exilio". Comenzó su trayectoria con un monográfico de la revista Calle del Aire, sobre Juan Gil-Albert y actualmente figuran en su catálogo más de 400 títulos.

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El único premiado que no estuvo presente desde el comienzo de la entrega, por el retraso de un vuelo, fue el dramaturgo Fernando Arrabal, distinguido por su obra dramática Carta de amor (Como un suplicio chino). Arrabal se sumó casi al final del acto.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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