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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las Rozas recicla

Los roceños nos hemos empeñado en reciclar la basura a pesar de las dificultades que el Ayuntamiento se esfuerza en ponernos. Con muy buena voluntad desde hace varios años reciclo el papel y el vidrio. Los acumulo en casa y una vez por semana los transporto en mi coche al denominado "punto limpio", que está a mil metros de mi domicilio. Mis hijos, muy ecológicos ellos, me convencieron para que además reciclara también los envases y un buen día empecé a acumular en un saco de basura amarillo, briks, bandejas de porespán, botellas de PVC, bolsas de plástico, vasitos de yogur, latas de conserva..., todo ello bien enjuagado para evitar fermentaciones.

Una vez lleno lo llevé en mi coche al punto limpio, que está, como ya he dicho a 1.000 metros de mi casa. Allí, el encargado de la instalación me impidió depositar la bolsa completa en el contenedor amarillo porque los envases tienen que ir separados por categorías: briks con briks, vasitos de yogur con vasitos de yogur, latas de conserva con latas de conserva, botellas de PVC con botellas de PVC, bolsas de poliuretano con bolsas de poliuretano..., y yo los llevaba todos mezclados. No señora, en el punto limpio no se pueden mezclar los envases, pero puede usted volver a cargar el saco en su coche y llevarlo a uno de los contenedores amarillos de la calle, en ellos sí se pueden dejar los envases mezclados.

¡Ah! Salí del punto limpio con algo menos ya de buena voluntad y un poco más de mala leche, con mi saco de basura amarillo en el coche y comencé la ardua tarea de encontrar un contenedor amarillo que no tuviera la tapa sellada. Que alguien me explique por qué todos los contenedores de basura amarillos de mi barrio tienen la tapa sellada de manera que es imposible introducir un saco grande (con esfuerzo cabe una bolsa de tamaño familiar).

A pesar de todo esto, yo continúo con mi empeño en reciclar, quizá por el deseo freudiano de llevar la contraria a mi alcalde, y cada mañana meto en mi coche la bolsita amarilla pequeña con los envases del día, para dejarla al pasar en uno de los contenedores de tapa sellada que encuentro en mi ruta (el más cercano, a dos manzanas de mi casa), aunque a veces por mi mala memoria al salir del trabajo me encuentro con mi bolsa de basura aún en el coche. Claro que ésta es la forma de acordarme de mi alcalde todos los días; quizá sea eso lo que él quiere.

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