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Reportaje:Eurocopa 2004 | PORTUGAL

Cuarenta años no son nada

España no ha vuelto a triunfar desde que en 1964 conquistara el Campeonato de Europa ante Rusia, su rival de hoy, un equipo impredecible que tiende al fracaso

Santiago Segurola

Si el fútbol está atento a los guiños del destino y tiene algo de cabalístico, será interesante atender al partido que disputarán España y Rusia en Faro, arranque de la selección en la Eurocopa y encuentro que remite a la histórica final que se disputó en el Bernabéu hace 40 años. Allí ganó España su único gran torneo, en circunstancias sociopolíticas muy diferentes, ante el equipo del cual es heredera la actual Rusia. El trayecto desde entonces obliga a hablar en términos parecidos de dos selecciones que siempre han rendido por debajo de lo esperado. La decepción ha sido mayor en España, cuyos éxitos en las competiciones de clubes se sitúan en las antípodas de los resultados obtenidos por el equipo nacional, habitual desertor en los cuartos de final de los grandes campeonatos. Tanto fracaso ha alimentado el escepticismo entre los aficionados, que esperaban grandes cosas en los últimos torneos. Ahora nadie espera nada. Los acontecimientos dirán lo que vale la selección en estos días.

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Algunos precedentes son optimistas. España se clasificó en la repesca en medio del rechazo general y de la reacción de los jugadores, que hicieron causa común con Iñaki Sáez, el seleccionador. Desde entonces, un aire de cohesión y buen ambiente preside el equipo. Tampoco pueden olvidarse los notables partidos que ha jugado España frente a Portugal e Italia, los dos disputados en el campo del rival y saldados con una victoria y un empate más que convincentes. Otra particularidad es el protagonismo que han adquirido los jugadores frente a su subsidiaria posición en las épocas de Clemente y Camacho. Y por último, España ofrece alternativas novedosas en su juego. Cuenta con Fernando Torres, lo que significa velocidad y dinamismo en el centro de la delantera, y maneja variantes interesantes en el centro del campo, donde puede pasar de lo grueso a lo fino y viceversa. Por lo demás, se mantienen jugadores contratados, con Raúl a la cabeza.

El equipo, o la plantilla, suena a algo compacto. No hay divismos, no se han generado conflictos, no existen las artificiales tensiones de otras ocasiones. Y se juega al lado de casa. Todas las condiciones están puestas para que España desarrolle su mejor versión. Si con ella alcanza para el éxito, es discutible, pero no imposible. Es cierto que al equipo le falta poderío atlético y que su defensa no ofrece garantías suficientes, pero la trayectoria de la selección en los últimos meses ha sido creciente. Los jóvenes llegan avalados con grandes éxitos en sus etapas anteriores y con la experiencia necesaria para frontar la Eurocopa sin complejos. Más o menos es lo que ayer dijeron Rául y Baraja en Faro, y lo que manifestó Sáez, que se confesó feliz con el equipo. Todos señalaron también la importancia capital del primer partido. Éste es frente a Rusia. No es aquella URSS del gran Yashin y Chislenko. Es el impredecible equipo que tiende al fracaso en los grandes momentos. Jugadores buenos no le faltan. Excepcionales, no tiene ninguno, aunque el joven Ismailov es un futbolista a tener en cuenta. Los portavoces españoles no dieron la impresión de temor o dudas en la vigilia del partido. Hablaron de España como protagonista del encuentro y anticiparon una superioridad que deberá plasmarse hoy a 100 kilómetros de la frontera de Ayamonte.

Etxeberria y Puyol son alzados por Fernando Torres César y ante las miradas de Joaquín y Vicente, durante el entrenamiento.
Etxeberria y Puyol son alzados por Fernando Torres César y ante las miradas de Joaquín y Vicente, durante el entrenamiento.ULY MARTÍN.

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