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Eurocopa 2004 | El devenir de dos técnicos

Los chicos de la gorra

Sáez ha dado la responsabilidad a un buen número de jóvenes con los que construyó un palmarés fabuloso en las categorías inferiores

Santiago Segurola

Cuando Iñaki Sáez habla de la selección, lo hace con la confianza del entrenador que se siente más que cómodo con los jugadores. Nunca ha dirigido a un grande del fútbol europeo, ni ha parecido especialmente satisfecho en el ajetreo cotidiano de la Liga. Dirigió al Athletic en periodos de interinidad que pusieron a prueba su fama de hombre sensanto, se aventuró en el Albacete y en Las Palmas, desapareció brevemente de escena y regresó al lugar que prefiere: la gestión del fútbol juvenil y aledaños. La ruptura entre Javier Clemente y Andoni Goikoetxea significó la llegada a la federación de Sáez. Lo hizo en silencio, con el discreto talante que le caracteriza y sin otro objetivo que materializar las excelentes añadas de jóvenes jugadores españoles. Nunca se le vio como un futurible en la selección. Estaba más cerca de los 60 que de los 50 años y, desde luego, no ofrecía el perfil que había definido a los últimos seleccionadores, Javier Clemente y José Antonio Camacho, dos hombres de potente personalidad que tendían a eclipsar a los jugadores. Eran los equipos de Camacho y Clemente, no los de Raúl o Hierro. Refugiados a la sombra de ambos, los futbolistas siempre dieron la sensación de delegar en los entrenadores las responsabilidades que debían asumir ellos. ¿Puede ser esa dejación una de las causas de la mediocre respuesta de la selección en los grandes torneos? Éste es el momento de comprobarlo. Pocos entrenadores están más alejados de los perfiles de Clemente y Camacho que Iñaki Sáez, ex jugador del Athletic, extremo reconvertido con éxito a lateral derecho en los años 60, director de la cantera de Lezama y ahora seleccionador.

Pocos técnicos están más alejados del perfil de Clemente o Camacho, sus antecesores
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Cuando Camacho confesó el hastío que le producía el plan de la selección y regresó al inquietante mundo de la Liga portuguesa, la Federación Española se encontró con escasas posibilidades de elección. Era julio de 2002 y todos los entrenadores de prestigio tenían destino en los diferentes equipos de la Liga. La apuesta fue parecida a la del Madrid con Del Bosque. Dos técnicos de perfil bajo, habituados a trabajar de forma callada en las categorías inferiores y con buena mano con los futbolistas. Con otro punto en común: les llegó la oferta en momentos de crisis, de falta de liderazgo en el Real Madrid y en la federación. Sáez aceptó el desafío, conocedor del grado de interinidad que tenía el compromiso. Sin apoyos mediáticos, después de tantas decepciones del equipo, había algo de debilidad en su posición. Su respuesta fue simple: utilizar los recursos que mejor conocía, es decir, los chicos que durante años le habían respondido como a nadie en las diferentes categorías de la selección española.

Desde su designación como entrenador de las selecciones que preceden a la absoluta, Sáez confeccionó un palmarés formidable: campeón de Europa sub 19, campeón del mundo sub 20 y subcampeón olímpico en Sydney 2000. En ese periodo de éxito, el técnico tomó buena nota de los jugadores que ahora son indiscutibles en la selección. Casillas, Aranzubía, Puyol, Gabri, Marchena, Joaquín, Xavi, Xabi Alonso, Vicente y Fernando Torres subieron todos los peldaños de la mano de Iñaki Sáez. Ninguno de ellos supera los 24 años, algunos tienen la máxima consideración en sus equipos y, en el caso de Torres, Vicente, Xabi Alonso y Puyol, estamos antes futbolistas de gran relieve internacional.

Algunos de los titubeos de la selección en los dos últimos años están relacionados con la progresión de estos jugadores. Sáez les dio carta de naturaleza en el equipo nacional cuando no habían cumplido 20 años, o apenas lo habían hecho. Les eligió para defender el prestigio de un fútbol insatisfecho con los resultados de su equipo nacional. Les obligó a asumir responsabilidades enormes para chicos tan jóvenes. Y él se apartó a un plano lateral. La respuesta ha sido intachable. Los jóvenes llegan a la Eurocopa con la experiencia suficiente, las garantías necesarias y el ambiente preciso como para demostrar todo aquello que consiguieron con Sáez en las categorías inferiores.

Xavi celebra un gol ante Camerún en los Juegos Olímpicos de 2000.
Xavi celebra un gol ante Camerún en los Juegos Olímpicos de 2000.REUTERS

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