Realidad y deseos
"La excepción cultural es el refugio de los derrotados", así de claro. La lapidaria frase fue pronunciada por el ex presidente Aznar en una de sus intervenciones en Washington. No es solamente un canto a la certeza absoluta, sino un concepto tan inflexible y dogmático que hasta sus propios correligionarios procuraron no airearla en exceso. La excepción cultural -considerar a la cultura y a sus creaciones de forma distinta que los tornillos o los productos derivados del atún en lo que a tratamiento fiscal se refiere- es difícilmente criticable en un país como España, en el que cíclica y constantemente se comprueba un nivel de consumo cultural paupérrimo. Sonroja a estas alturas tener que reivindicar una rebaja fiscal para los libros, los diarios, la música, el cine, los espectáculos o los productos audiovisuales.
Conviene recordar algunas cifras coincidiendo con los últimos días de la 63ª edición de la Feria del Libro de Madrid, una edición de la que se muestran razonablemente satisfechos sus organizadores y participantes y que ha registrado un ligero incremento de ventas respecto al año anterior y un general elogio por la calidad de la mayoría de sus actos. El 53% de los españoles no lee ni un solo libro al año. El índice de lectura de diarios es la mitad que la media europea. El 80% de los ciudadanos no ha acudido nunca a una biblioteca pública. El 90% no ha asistido a un concierto de música clásica y no llega al 17% el número de espectadores del cine español. En este panorama se reivindican todas las posibles rebajas fiscales que estimulen el consumo cultural, pues cualquier disminución de precio favorecerá la deseada divulgación y popularización. A lo que habría que añadir el efecto positivo de toda rebaja para tratar de frenar la piratería, el nuevo fenómeno que está a punto de acabar con la industria discográfica y dañar muy seriamente la cinematográfica.
La reducción del tipo de IVA es competencia de Bruselas, es decir, que no puede aplicarse unilateralmente. Lo que sí se puede, y se debe, es renegociar conjuntamente un nuevo IVA cultural. De poco vale hablar de excepción cultural, de defensa de los valores europeos, si todo se reduce a la retórica y los buenos deseos. Si existen países (el Reino Unido e Irlanda) en los que el IVA en los libros es del 0%, si se pretende abaratar los productos de la cultura como una de las armas posibles contra la piratería, si se buscan estímulos para ampliar la participación ciudadana en el ámbito cultural, convendría demostrar tangiblemente, con hechos, la realidad de estos deseos.
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