'Western' lisérgico
Conviene comenzar por una aclaración: aunque el nombre de la película sea Blueberry, y aunque sea de nacionalidad francesa, la peripecia que cuenta nada tiene que ver con el teniente Blueberry, el osado correo de los cómics nacido también de pluma gala (y protagonista de alguna que otra película). Aquí, sencillamente, estamos en otro terreno: nuestro Blueberry no es militar, sino el sheriff de un remoto poblado llamado Palomito, y aunque estamos en una época similar a la del cómic (la década de 1870), lo que aquí se nos cuenta es radicalmente otra cosa. Y cómo.
En realidad, con su aire de western aparentemente clásico (lo es sólo en sus comienzos), con su trama de venganzas y persecución de un terrible bandido (Madsen) y sus continuos tráficos entre el universo de los blancos y el de los indios, Blueberry arranca como una de tantas películas del Oeste. Lo que la hace progresivamente más extraña, hasta llegar casi al estupor del respetable, es su continuación: héroe entre dos mundos, dos culturas y sobre todo dos sensibilidades, como tantos personajes oscuros del género, el sheriff es en realidad un moderno héroe de cómic, un hombre interiormente quebrado, alguien que tiene dentro un secreto terrible que más que a su perseguido, le concierne prioritariamente a él. Y sólo podrá obtener lo que ansía, la paz interior, si se enfrenta, a un tiempo, al Otro y a sí mismo... Casi nada.
BLUEBERRY
Dirección: Jan Kouen. Intérpretes: Vincent Cassel, Juliette Lewis, Michael Madsen, Temuera Morrison, Ernest Borgnine. Género: western metafísico, Francia-México-Reino Unido, 2004. Duración: 124 minutos.
No es que falten duelos, emboscadas y tiroteos en la película. Pero lo que más abunda (una gentileza del guionista Gérard Brach, compinche desde antiguo del Roman Polanski más metafísico: véase, por ejemplo, El inquilino) es un esoterismo delirante y muy sorprendente: sin tener aparentemente nada que ver con el cine del chileno Alejandro Jodorowsky, lo cierto es que los elementos chocantes están tan presentes como en éste. Y sobre todo el delirio lisérgico: de hecho, el enfrentamiento final no es otra cosa que un duelo amenizado por el peyote, un enfrentamiento de las mentes, más que de los cuerpos..., un cósmico vuelo de ácido.
Película fuera del tiempo y del género, singular producto sin precedentes conocidos, Blueberry pasará a los anales del cine como el primer, y bastante chusco, ejemplo de western psicodélico...
Babelia
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