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Mohamed VI remodela el Gobierno ante la lentitud de las reformas en Marruecos

El primer ministro, Driss Jettu, pierde a su hombre de confianza en el Gabinete

La montaña parió un ratón. La remodelación, anunciada ayer por el portavoz del rey Mohamed VI, del Gobierno de Marruecos redujo tan sólo de 39 a 34 el número de ministerios y secretarías de Estado. Con ese equipo, el primer ministro, Driss Jettu, que conserva el cargo, aseguró haber "fortalecido la eficacia del Ejecutivo para acompañar el proceso de reformas y seguir adelante con la realización de los grandes proyectos". El reajuste gubernamental estaba cantado desde el 22 de abril, día en que el monarca presidió un consejo de ministros en el que mostró su disgusto.

"Excepto dos o tres", les dijo, enfadado, a los asistentes, "sois unos incompetentes". "Cuando paso, un año después, por algún proyecto inaugurado, observo que no se ha hecho nada", se lamentó. "Si no estáis interesados por la misión que lleváis a cabo, podéis marcharos", concluyó. A la semana siguiente, el soberano volvió a convocar a sus ministros pero, tras hacerles esperar, un miembro del protocolo les indicó que el consejo había sido cancelado. A principios de junio, Mohamed VI presidió de nuevo, esta vez en Agadir, una reunión ministerial, pero fue la última del anterior equipo. Su portavoz, Hasan Aurid, indicó ayer, en Marraquech, que había ordenado la remodelación para "adaptar la estructura y la composición del Gobierno a las prioridades y a los programas que debe desarrollar".

El anuncio del reajuste no ha sido una sorpresa, pero sí llama la atención la escasa reducción del número de carteras y, en menor medida, el mantenimiento de Jettu. Este tecnócrata apolítico, reputado por ser eficaz y honrado, fue criticado con dureza, el otoño pasado, por la prensa afín al majzen [cortesanos que rodean al rey], y el diario Aujourd'hui Le Maroc pidió incluso su destitución titulando en portada ¡Este hombre ya no sirve!

Era un secreto a voces que la actitud conciliadora de Jettu en el caso, por ejemplo, de Alí Lmrabet, el periodista encarcelado, le había cerrado puertas en el palacio real desde donde se le hacían de vez en cuando feos. En el último momento, por ejemplo, se desmontó, en diciembre, el micrófono con el que iba a comparecer, en Marraquech, en una conferencia de prensa conjunta con el entonces presidente José María Aznar.

Jettu sobrevive, según un diplomático, "gracias al aprecio y al apoyo del que goza en varias capitales amigas de Marruecos", empezando por Washington y París. Pero el primer ministro pierde a su hombre de confianza en el Gobierno, Abderrazak Musadeq, encargado, de hecho, de las reformas económicas. Le sustituye Rachid Talbi.

Desaparecen, además, las carteras de Derechos Humanos, que desempeñaba Mohamed Aujar, y de Pesca, que ostentaba el polémico Tayeb Rafes. Esta última queda subsumida en el Ministerio de Agricultura.

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En el Gabinete se mantienen todos los ministros llamados "de soberanía", aquellos que nombra el rey sin esperar a las propuestas de su primer ministro, y que están al frente de los departamentos de Asuntos Exteriores, Justicia, Asuntos Religiosos e Interior. También permanecen los figurones de los grandes partidos como Mohamed el Yazgi, socialista, y Abas el Fasi, del Istiqlal.

El recorte de carteras no es la clave para lograr un mejor funcionamiento del Gobierno, según dan a entender algunos responsables de partidos de izquierdas. Acentuar la eficacia pasa, más bien, según ellos, por acabar con las interferencias del entorno del monarca en la gestión y que estos cortesanos no constituyan una barrera infranqueable que impida el acceso al rey.

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