La política nacional eclipsa el debate sobre Europa en Bélgica y Luxemburgo
Los comicios nacionales que se celebran en los dos países centran las discusiones
La participación de belgas y luxemburgueses en las europeas será la más alta de toda la Unión, en torno y por encima del 90%, pero no será por interés en los comicios a la Eurocámara, sino por la obligación legal de votar. Además, tanto en uno como en otro país, la consulta europea ha quedado eclipsada por sendas elecciones nacionales: legislativas en Luxemburgo y regionales en Bélgica, donde está en grave peligro la continuidad al frente del Gobierno del liberal Guy Verhofstadt, cuyo nombre ha sonado entre los posibles sucesores a Romano Prodi en la Comisión Europea.
Jean-Claude Juncker, jefe del Gobierno del Gran Ducado, era ayer presentado como el hombre de consenso para encarnar la Comisión, de no haberse autoexcluido de la carrera.
Bélgica y Luxemburgo son países fundadores de la UE y sede de sus instituciones. La idea de Europa no suscita ningún debate, fuera del prosaico, en la capital belga de la carestía de la vivienda provocada por los precios que pueden permitirse pagar los eurócratas y quienes a su sombra viven.
Las elecciones al Parlamento Europeo se han difuminado hasta desaparecer en enfrentamientos políticos de escala nacional, mucho más intensos en la fragmentada política belga (irreconciliables flamencos y valones) de lo que jamás pueda producir el choque europeo. Nadie dedica un minuto a discutir sobre el reparto de los 24 escaños belgas (15 de Flandes, 9 de Valonia) de la Eurocámara. Verhofstadt se la juega en las regionales de creer a unos sondeos que convierten a su partido en el cuarto de la región norteña.
El primer ministro tiene un indiscutible ascendiente en la escena europea, que ha cuidado en demasía frente a la política nacional. Tanto que hace unos días se sintió obligado a pedir excusas a los belgas por ése su interés internacional y a hacer público propósito de enmienda con la promesa de dedicarse más a la economía y a la creación de empleo en un país con una tasa de paro del 8,5%.
Su principal rival es el democristiano Jean-Luc Dehaene, predecesor en el cargo y vicepresidente de la Convención que redactó la Constitución. Dehaene reprocha a Verhosfstadt que se presente como cabeza de lista en las europeas para renunciar más adelante a su escaño europeo. "Quien vote por mí sabe que tendrá una voz fuerte en el Parlamento Europeo, pero quien vote por el primer ministro verá a un segundón en su lugar", dice Dehaene.
En el único debate electoral que han protagonizado, Verhofstadt abogó por un referéndum para la Constitución europea a los 50 días de que el texto sea aceptado por los Gobiernos de los Veintincinco, una idea adelantada por los holandeses. "Nuestros ciudadanos tienen derecho a manifestar su opinión", dijo. Su rival se opuso al plan, con el argumento de que nueve de cada diez personas no habrán leído la Constitución y se guiarán por lo que digan periodistas y políticos. Dehaene planteó una hipótesis poco verosímil, la victoria del no, con su solución: "Además, si la respuesta es no probablemente habrá que repetirlo porque tiene que ser incuestionablemente sí".
La derrota de Verhofstadt en las regionales va a dar alas a la oposición democristiana para reclamar su dimisión como jefe del Gobierno. El primer ministro ha señalado que, sean cuales sean sus resultados, piensa cumplir los tres años de mandato que le quedan. En teoría, el repudio electoral de los suyos haría descender su cotización como aspirante a la defensa de los intereses de todos los europeos.
Sucesor de Prodi
En el vecino Luxemburgo, con sus seis euroescaños, el primer ministro socialcristiano, Jean-Claude Juncker, encabeza la lista de su partido al Parlamento Europeo y al del Gran Ducado. Sonó en su día como posible sucesor de Prodi, pero Juncker dejó bien claro que sólo aspiraba a seguir al frente de su Gobierno, lo que, según el último sondeo al Parlamento nacional, conseguirá sin mayores problemas. Ayer mismo, el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, quien como presidente de turno de la UE negocia por las capitales europeas la figura del próximo jefe de la Comisión, insistió en que todo el mundo estaría dispuesto a aceptar a Juncker. El primer ministro podría tener una oportunidad de reconsiderar su posición si la elección de presidente de la Comisión se convierte en misión imposible.
El mismo sondeo que da triunfador a Juncker indica que los socialistas mejorarán a escala nacional lo que, de repetirse en las europeas, les permitirá conservar dos escaños en Europa. Así se cortará el paso a un partido de jubilados cuya suerte depende de un mal resultado socialista.
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