"Prefiero que me operen en un hospital público en vez de en una clínica privada"
Si el caso de Nicomedes Sánchez se produjera de aquí a dos años, la presidenta regional, Esperanza Aguirre, tendría que dimitir 19 veces para cumplir la promesa con la que ganó las elecciones regionales en octubre del año pasado: renunciar a su cargo si algún madrileño tenía que esperar más de 30 días para ser operado en la sanidad pública.
Una promesa que este enfermo acoge con escepticismo. "No creo en los milagros, así que mucho tendrá que trabajar Aguirre si quiere mantener su cargo. Si no, que me explique lo que ha pasado conmigo", se queja.
A Nicomedes tampoco le gusta lo que le dijeron en el hospital Gregorio Marañón cuando fue a reclamar por su retraso. "Me explicaron que, en dos años, casi todas estas operaciones se van a hacer en clínicas privadas para permitir acabar con las listas de espera. A mí esto no me gusta. Hemos trabajado y luchado mucho millones de españoles para tener una sanidad pública de calidad. Aunque un poco lento y a veces algo incómodo, a mí me inspira mucha más confianza un hospital público que una clínica privada", explica Nicomedes.
El Gobierno de Aguirre ha diseñado una estrategia basada en dos pilares para reducir a un mes la espera máxima para ser intervenido en la región. El primero de estos pilares es un uso intensivo de los quirófanos y servicios médicos de los hospitales públicos, lo que llevará a los quirófanos a tener prácticamente horario de supermercado: operarán todos los días de lunes a sábado desde primera hora de la mañana a las nueve de la noche. El segundo pilar de la estrategia es ampliar los conciertos con las clínicas privadas de la capital para que asuman los enfermos que no puedan ser intervenidos por los hospitales públicos. A principios de año, la Consejería de Sanidad aprobó el envío de 14.000 pacientes a la sanidad privada.
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