Presos de una cárcel de Río matan a un guarda y toman 36 rehenes
Catorce reclusos se escaparon el sábado por la puerta principal de la prisión brasileña
Río de Janeiro vivía ayer el segundo motín más largo de su historia, en el presidio de Benfica, situado en la zona norte, entre un complejo residencial y una gran favela. La rebelión se ha cobrado ya la primera víctima con el asesinato a tiros de fusil por la espalda del vigilante Marco Antonio Borgatte.
Aún se mantienen 36 rehenes en un motín que había comenzado el sábado pasado tras la fuga, por la puerta central, de 14 presos. Los internos que no consiguieron huir se rebelaron y se hicieron fuertes en el centro penitenciario.
Según el testimonio de agentes de custodia, en el tercer piso habría cuerpos desparramados por el suelo y uno de los rehenes estaría amarrado a una bombona de gas preparada para explotar.
Los presos están sin luz, sin agua y sin alimentos y a última hora de ayer seguían las negociaciones para la liberación de los rehenes. Ayer exigieron la presencia dentro de presidio de la prensa, de un pastor protestante y de representantes de la Comisión de Derechos Humanos.
La prisión estaba recién estrenada y siempre hubo dudas sobre su construcción. Había sido elogiada por sus medidas de seguridad para impedir que unos presos pudieran comunicarse con otros, pero acabaron abriendo boquetes en la pared para hablar entre sí. La cárcel está tan cerca de la calle, en plena ciudad, que los familiares podían ayer comunicarse a gritos con los detenidos que habían abierto agujeros en la fachada. Contra todas las prohibiciones, los presos tienen armas y telefonos móviles.
Agentes de la policía civil y militar, así como el cuerpo de Operaciones Especiales, llevan horas preparados para asaltar la cárcel, donde se encuentran 800 presos, que mantienen 36 rehenes y no 21 como se había dicho ayer. Sería la última de las soluciones, ya que el asalto podría acabar en una matanza.
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