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Vuelve la guerra de los horarios comerciales

La liberalización y mayor competencia crea divergencias en el Gobierno, el sector y los consumidores

La polémica sobre los horarios comerciales acude puntual a su cita. A siete meses para que entre en vigor la libertad total de horarios que establece la Ley de Comercio de enero de 1996 (liberalización que fue retrasada en el año 2000 hasta 2005), comienza a perfilarse una nueva batalla política, económica y social, con grandes intereses de por medio y que a nadie deja indiferente porque forma parte de la vida misma de las ciudades.

La iniciativa en favor de una mayor restricción, al igual que en 1996, procede de Cataluña, aunque en esta ocasión desde las filas del PSOE. Entonces fue promovida por CiU, el socio parlamentario de un PSOE acosado política y socialmente y a punto de convocar elecciones generales para perderlas en marzo de 1996. La letra y la música del texto legal aprobado entonces recogía las reivindicaciones de los botiguers (pequeños comerciantes catalanes), con muchos votantes de CiU, que se veían atacados por el avance de las grandes superficies.

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Hablar de horarios comerciales es hablar de división. Divide a los grupos políticos, al sector de distribución e incluso, a los consumidores. La ley de Comercio de enero de 1996 sufrió un accidentado y largo trámite parlamentario que se cerró con el consenso a última hora de todos los grupos. De todos los puntos del texto los horarios comerciales eran la verdadera estrella de las disensiones. Se optó por fijar ocho domingos de apertura como mínimo y se estableció la libertad de horarios para 2001, como fórmula para desatascar la ley.

Pero llegó el año 2000 y resurgió la polémica. El PP, más afín a los intereses de las grandes superficies, optó por una fórmula intermedia. Mediante un decreto ley amplió un domingo más al año hasta llegar a los 12 actuales y de 72 a 90 las horas semanales de apertura. En Madrid se aumentó a 21 domingos. El decreto ley de junio de 2000 establecía libertad total de horarios para los comercios de menos de 300 metros cuadrados y posponía hasta el 1 de enero de 2005 la libertad de horarios para el resto.

Ahora se enfoca de nuevo el problema. Abrió el fuego el titular de Industria y Comercio, José Montilla, al anunciar que quiere reducir de 12 a 8 los domingos abiertos, y de 90 a 72 horas las horas semanales, es decir, la situación de 2000, tal como recoge en el programa electoral del PSOE y afín a las reivindicaciones defendidas en Cataluña, comunidad de donde procede Montilla. Éste, en su calidad de secretario general de los socialistas catalanes, es uno de los artífices del Gobierno tripartito de Cataluña, comunidad ya ha preparado una ley en este sentido.

El vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, precisó a Montilla y apuesta por mantener los 12 domingos como punto de partida para que los gobiernos autónomos luego amplíen las aperturas si lo estiman oportunos.

¿Y el sector qué opina? Hay tres frentes claramente definidos.Las grandes superficies, encuadradas en Anged, son las que más han presionado en los últimos años por la libertad total de horarios y de hecho son quienes más cuota de mercado han pedido en los último años al pasar del 20,8% en 1999 hasta el 18,4%. Según Anged, los horarios "deben adaptarse a las necesidades de los consumidores y no a la inversa". Además, dicen, el Tribunal de la Competencia "ha recomendado una mayor liberalización". Según Anged, el recorte de días festivos, además de perjudicar al consumidor, destruye empleo que "en nuestro sector serían entre 5.000 y 7.000". Para los responsables de Anged, el interés general está por encima del electoral y creen que el pequeño comercio no puede hacerse más competitivo a costa del gran comercio.

Los supermercados, al alza

Por su parte, Asedas, que aglutina a los supermercados, considera que solamente hay que abrir en domingo cuando haya circunstancias excepcionales por ejemplo cuando haya dos festivos seguidos. Según los supermercados (que han mejorado su cuota general de mercado desde el 44,2% de 1999 al hasta el 52,3% en 2003) "abrir los domingos supone que los trabajadores de comercio, más de 1,5 millones de personas no puedan compartir el descanso con su familia y es especialmente duro para las mujeres que son el 70% de las plantillas". A su juicio, no es necesario ampliar la apertura a más domingos que los actuales ya que permiten el equilibrio de formatos en el comercio.

Para la Confederación Española del Comercio (CEC) que aglutina a 400.000 pequeños comerciantes es acertado el recorte anunciado por el ministro de Industria y Comercio porque permite la "natural y legítima competencia entre los grandes y los pequeños comercios". En los últimos años el comercio minorista, lejos de perder empleo como temía esta organización comercial, elevó su plantilla. Según los datos de la Encuesta de Población Activa, el comercio minorista ha pasado de una plantilla global en el primer trimestre de 1998 de 1.305.900 empleados a 1.704.200 lo que supone un aumento del 30,%. El comercio mayorista pasó de 532.000 a 640.400 empleos en el mismo periodo, con un aumento del 20,4%.

Ni siquiera los consumidores se ponen de acuerdo entre sí. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la mayor en este campo, critica abiertamente el intento restrictivo del ministro Montilla. En la misma línea, la Unión de Consumidores de España (UCE) cree que el intento supone rebajar los derechos de los consumidores. Sin embargo, la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) ve bien el recorte hasta las 72 horas semanales aunque apuesta por abrir unos 14 domingos al año. La Federación de Consumidores en Acción (Facua ) también está favor de que se se suprima la libertad total de aperturas que impulsó el PP.

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