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País de militares

Como Torremolinos 73 o Platillos volantes, dos productos recientes, Muertos comunes pretende indagar en aspectos ocultos de la vida española de los primeros setenta, aquel periodo incierto en el que algo moría y un nuevo Estado todavía no había comenzado a aparecer. Pero algo diferencia la ópera prima del cortometrajista Ramos del Val de las dos películas anteriores: aquí no se trata de reproducir un hecho de crónica, ni de mostrar los cambios de hábitos de un sector de la población, sino de algo más complejo, como es el crear una hipótesis sobre las relaciones entre el poder militar y algo más mortífero y siniestro, sobre lo que conviene guardar silencio.

Tres elementos atentan contra la ambición del cineasta: la nula tradición en el cine español de las indagaciones policiacas enfrentadas a los intereses militares; un guión que dilapida, por su aceleración en la última media hora, todo el edificio pacientemente construido hasta entonces y una dirección de actores errática, que deja fuera de juego a su protagonista, un Javier Albalá cuyos esfuerzos por hacer creíble al personaje naufragan.

MUERTOS COMUNES

Dirección: Norberto Ramos del Val. Intérpretes: Javier Albalá, Ernesto Alterio, Luchy López, Adolfo Fernández, Ion Inciarte, Fernando Delgado. Género: criminal. España, 2003. Duración: 95 minutos.

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