Los móviles del futuro
La tecnología telefónica conocida como UMTS (Universal Mobile Telecommunications System) desató las inquietudes de las compañías telefónicas cuando tuvieron que pagar licencias billonarias a los Gobiernos occidentales (Reino Unido, Alemania e Italia fueron los Gobiernos que más recaudaron) y la preocupación de los Gobiernos cuando el retraso del desarrollo comercial de la nueva telefonía móvil causó graves problemas financieros en las empresas. Pues bien, la tercera generación de la telefonía móvil ya está aquí.
Telefónica Móviles presentó el lunes una oferta que, entre otros avances espectaculares, permitirá a los interlocutores telefónicos verse las caras en la pantalla de su móvil; Vodafone hizo lo propio ayer con la suya y la de Amena estará en el mercado en septiembre. Con más de tres años de retraso, las licencias de UMTS comienzan a transformarse en productos comerciales y se abre la posibilidad de que en el futuro las cuantiosas inversiones realizadas por las compañías se transformen en ingresos y en rentabilidad.
Pero esa rentabilidad todavía está muy lejana. Las condiciones iniciales en las que el UMTS accede al mercado son muy restringidas. Los teléfonos son muy caros (casi 500 euros), no hay por ahora productos compatibles que permitan conectar las llamadas más las imágenes entre distintas operadoras -desmiente pues el carácter universal de su nombre- y las zonas con cobertura UMTS apenas dan servicio a las principales capitales, comenzando por Madrid y Barcelona. La presentación de Telefónica y Vodafone se aproxima más a un golpe de efecto publicitario o a una inauguración simbólica que a la descripción de un negocio brillante con posibilidades de proporcionar una rentabilidad adecuada.
La conclusión es que las proyecciones de ingresos y su influencia sobre las cuentas de resultados son hoy difíciles de calcular, ni siquiera de aproximar. El UMTS ha llegado por fin a convertirse en una opción comercial, pero todavía es pronto para determinar cuál será el alcance exacto del éxito que sus promotores le atribuyen.
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