El difícil encaje PSC-ERC
La dimisión del secretario de Comunicación pone a prueba al Gobierno tripartito catalán
Miquel Sellarès, secretario de Comunicación del Gobierno catalán, dejará la próxima semana su cargo tras una larga polémica que ha puesto a prueba tanto las relaciones entre el poder político y los medios de comunicación como la resistencia del vínculo que une a uno de los socios del tripartito, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con el entorno del presidente, Pasqual Maragall.
"No es ningún secreto que la cultura de coalición tarda en cuajar en un terreno trabajado intensivamente por 23 años de pujolismo", asegura un consejero de la Generalitat. Para una ciudadanía acostumbrada durante más de cuatro lustros al monolitismo político, con Jordi Pujol como único solista, los cinco meses de Gobierno tripartito han sido un monumento al libre albedrío, coinciden en señalar diversas fuentes.
El entorno de Sellarès llegó a pedir desde una 'web' la dimisión del 'conseller en cap'
Las distintas sensibilidades que logró aunar a finales del pasado año el Pacto del Tinell por un Gobierno de izquierdas y catalanista -desde el socialismo hasta el ecologismo y el comunismo, pasando por el independentismo- hacían prever que el Ejecutivo de Maragall no tendría ante sí un camino de rosas. La "inexperiencia en el ejercicio del poder" que ha exhibido a lo largo de estos cinco meses Esquerra Republicana de Catalunya ha contrastado con la destreza rayana en lo "maquiavélico" de algunos socialistas próximos a Maragall, se acusan desde ambas formaciones políticas.
Con ese telón de fondo, el pasado 5 de mayo, Convergència i Unió (CiU), que lucha por encontrar el tono en su novísimo papel de oposición, presentó en el Parlamento catalán un documento anónimo en el que se analizaba la situación de los medios de comunicación en Cataluña, así como su orientación ideológica.
El informe, además de referirse a la situación económica de los medios, abundaba incluso en la necesidad de acometer cambios en algunas redacciones. La presentación del documento coincidió con una situación cuando menos tensa entre algunos medios de comunicación y el Gobierno catalán, pues el conseller en cap, Josep Bargalló, acababa de suspender en bloque los miles de suscripciones que la Generalitat convergente había mantenido durante años con algunos medios de la prensa local. CiU aseguraba que el informe era un inexorable bumerán justiciero que debía volver a quien tan torpemente lo lanzó. El Ejecutivo catalán, a su vez, se apresuraba a negar tajantemente su autoría. Maragall se reunió en la noche del 5 de mayo con Bargalló y con Sellarès para analizar la situación. La dimisión de Sellarès estuvo sobre la mesa. Pero no pasó de ahí.
Unos días después, Bargalló y el consejero portavoz, Joaquim Nadal, recibieron el encargo de Maragall de indagar a quién correspondía la paternidad del documento que levantaba tantas ampollas políticas como susceptibilidades periodísticas hería. Para la oposición convergente nunca hubo duda respecto a la autoría del texto. Y para refrendar esta tesis, la prensa local dio cuenta en sus páginas de una cena organizada el pasado 14 de abril en Madrid por Sellarès con periodistas de medios catalanes acreditados en la capital de España. En ese encuentro off the record, el secretario de Comunicación expresó opiniones muy similares a las del informe escrito sobre medios y profesionales.
La situación era delicada. Maragall recibió al líder de Esquerra, Josep Lluís Carod Rovira, y ambos abordaron el asunto con ánimo de solucionarlo. Era la primera reunión que mantenían desde la salida del líder de los republicanos del Gobierno. Esquerra hizo de Sellarès un símbolo frente al entorno de Maragall, pues el área de Comunicación del Ejecutivo catalán es un terreno que al tiempo comparten y se disputan los entornos del presidente de la Generalitat y del líder de Esquerra. Carod advirtió a Maragall que ERC no estaba dispuesta a ceder poder en el Gobierno por el informe sobre la prensa.
El republicano Bargalló secundó a su líder, aunque con la incomodidad propia de quien se halla encorsetado en su gestión diaria por un equipo heredado. Su antecesor en el cargo, el propio Carod, se vio forzado a dimitir el pasado mes de enero tras la entrevista que mantuvo con la cúpula etarra en Perpiñán.
A la desconfianza entre republicanos y socialistas -a quienes los independentistas acusan de aprovechar los baches para hacerse con más espacio en el área de Comunicación- se sumaba un duelo interno en Esquerra: el pulso entre Bargalló y Sellarès.
Junto a esto, se conoció el 13 de mayo la investigación encargada por Maragall sobre el informe anónimo. Sellarès no era el autor, según el Gobierno, que a la vez le amonestaba por mantener en público opiniones contrarias a las del Ejecutivo. Bargalló se declaró "único responsable" de la política informativa del Gobierno. La respuesta del secretario de Comunicación no se hizo esperar. El pasado lunes, Tribuna catalana, una página web que inspira Sellarès, daba cuenta de una cena el pasado domingo durante la cual el "entorno" del todavía secretario de Comunicación pidió nada menos que la dimisión de Bargalló. La reacción fue fulminante: Sellarès dejará su cargo la próxima semana. El relevo lo tomará Enric Marín, profesor de Teoría e Historia de la Comunicación, que concita -aseguran en el tripartito- mayor consenso.
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