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LA POSGUERRA DE IRAK | La investigación de las torturas

Guerra entre civiles y uniformados en el Pentágono

La crisis de las prisiones pone de manifiesto una tensión antigua, pero cada vez más evidente, entre los responsables civiles del Pentágono -el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y su número dos, Paul Wolfowitz- y los jefes militares que dirigen las operaciones en Irak. Ayer, en el Senado, el general John Abizaid, jefe del Mando Central -del que dependen Afganistán e Irak- asumió la responsabilidad de lo ocurrido en las cárceles y no vaciló en considerarlo "una derrota", pero tampoco se privó de disparar contra la dirección del Pentágono y contra el responsable de Inteligencia Militar, Stephen Cambone, un hombre de Rumsfeld y de Wolfowitz al que se le atribuye haber inspirado la política de extrema presión sobre los detenidos. Abizaid dijo: "Nuestra doctrina no es correcta, así de claro. ¿Qué hace la policía militar, qué hacen los tipos de Inteligencia, cómo hacemos para que trabajen juntos adecuadamente? Esta doctrina tiene que arreglarse si queremos contar con la inteligencia adecuada para ganar esta guerra".

El día anterior, el número dos del Pentágono había disparado contra los uniformados al admitir que "las técnicas de interrogatorios aprobadas por los mandos en Bagdad podrían violar la Convención de Ginebra".

Wolfowitz dijo que no sabía exactamente qué es lo que había firmado el general Ricardo Sánchez, jefe militar de la Coalición. Sánchez le respondió ayer para invertir la carga de la prueba y dijo que había aprobado varias órdenes en 2003 y 2004 para que se respetara la Convención de Ginebra y para que "los interrogatorios se conduzcan de manera humana y legal, con supervisión del mando".

El general negó haber aprobado el uso de técnicas como privación del sueño y posturas de agotamiento, y dijo que él sólo autorizó a mantener en celdas de aislamiento a prisioneros por un periodo superior a 30 días en 25 casos.

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