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Aznar se reúne con Bush, Cheney, Powell y Rice en la Casa Blanca en una visita privada

El ex jefe del Ejecutivo insiste en que los atentados del 11-M alteraron el resultado electoral

José María Aznar se reunió ayer con el presidente George W. Bush en la Casa Blanca, en una visita privada que duró entre 30 y 40 minutos y de cuyo contenido no hubo ninguna información oficial. Scott McClellan, portavoz del presidente, se limitó a dejar constancia de la visita. Según un alto funcionario de la presidencia, esa reserva "es lo normal en casi todas las visitas privadas". También estuvieron en la reunión el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney; la consejera de Seguridad, Condoleezza Rice; el secretario de Estado, Colin Powell, y el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Andrew Card.

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Aznar estuvo acompañado por Ramón Gil Casares, ex secretario de Política Exterior; por Rafael Bardají, ex subdirector del Instituto Elcano, y por su yerno, Alejandro Agag. La comitiva entró y salió discretamente de la Casa Blanca y evitó el contacto con los periodistas. Cuando el portavoz de Bush, Scott McClellan fue preguntado por el encuentro, la referencia fue extraordinariamente parca, a diferencia de lo que el propio McClellan hizo cuando anunció a bombo y platillo, el pasado 20 de abril, la llamada que Bush recibió de Aznar en la que éste lamentaba la decisión del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de retirar las tropas de Irak. El portavoz se limitó a decir ayer: "El presidente Bush ha recibido al ex primer ministro Aznar en calidad de ciudadano privado. Es un buen amigo del presidente. Venía con alguna otra gente, pero no voy a entrar en eso ahora".

Un alto funcionario del entorno presidencial insistió en que la ausencia de información es muy frecuente en citas similares: "La mayoría de las visitas privadas del presidente tienen este tratamiento. Muchas veces hay encuentros con líderes del mundo de los que no se informa cuando son privados". Aznar visitó EE UU en 14 ocasiones durante sus ocho años en La Moncloa. La última gira ha incluido Nueva York, California y Washington.

Del encuentro del lunes con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, Aznar "salió contento", según fuentes al tanto de la visita; en una parte de la misma estuvieron presentes algunos congresistas demócratas y republicanos. Rumsfeld reveló poco después, en una intervención pública en la Heritage Foundation, parte de lo que había hablado con el ex presidente: "En España, en Madrid, los terroristas cambiaron el resultado de las elecciones. Sin ninguna duda. De manera premeditada, como consecuencia del propósito de los terroristas, se cambió el resultado de las elecciones. Acabo de comer con el presidente Aznar, que ya no ocupa el cargo, y está convencido de que así pasó".

Aznar y sus acompañantes salieron ayer por la tarde hacia Madrid. El Departamento de Estado es el que ha proporcionado la infraestructura de transporte y seguridad durante la visita en Washington. La embajada de España ha prestado un servicio "habitual para los ex presidentes del Gobierno", según fuentes diplomáticas, que ha consistido en asignar un diplomático de enlace al grupo para facilitar sus desplazamientos, diplomático que se ha quedado fuera de las reuniones mantenidas por Aznar en el Pentágono y en la Casa Blanca.

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En la residencia del embajador

El embajador, Javier Rupérez, que acaba de ser propuesto por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para ser director ejecutivo del Comité Antiterrorista de Naciones Unidas, no ha acompañado a Aznar a ninguno de los actos, aunque el ex presidente del Gobierno ha dormido en la residencia del embajador.

A diferencia del silencio mantenido en Washington, Aznar tuvo varios contactos con la prensa durante su estancia en California. En San Francisco dijo lo que Rumsfeld mencionó el lunes: que el terrorismo islamista tiene el objetivo de influir en las elecciones de los países democráticos. "Si fueron capaces de hacerlo en España, ¿por qué no lo iban a intentar en cualquier otro lugar?", se preguntó también en Los Ángeles, para añadir después: "Es importante entender que los terroristas harán todo lo que esté en su mano para alterar las próximas elecciones en EE UU; van a hacer lo que les sea posible para que EE UU fracase". En su visita a la Universidad Chapman, cerca de Los Ángeles, Aznar recibió la Medalla de Ciudadano Universal. George Argyros, embajador estadounidense en España, fue alumno y luego presidente del Patronato de Chapman.

En Los Ángeles, Aznar reiteró que confía en que el nuevo Gobierno mantendrá la guerra contra el terrorismo como él hizo y criticó la decisión de retirar las tropas de Irak: "Han enviado un mensaje inapropiado a los terroristas, y quiero pensar que los terroristas no necesitan recibir ningún otro mensaje que no sea el de su clara derrota. Creo que cualquier otro mensaje que sea inapropiado o que debilite la coalición internacional contra el terrorismo es un error".

Ante los periodistas californianos Aznar dijo también que "los políticos pragmáticos e inteligentes no luchan contra la realidad", para añadir, incluyéndose en la categoría: "Afrontamos la realidad, abordamos la realidad". El ex presidente del Gobierno dijo también que él no participa del "simplista y muy estúpido antiamericanismo" que hay en algunas partes de Europa. Las superpotencias, añadió, "siempre han sido odiadas por eso, por ser superpotencias".

José María Aznar y George W. Bush, en la residencia del presidente norteamericano en Camp David, en mayo de 2002.
José María Aznar y George W. Bush, en la residencia del presidente norteamericano en Camp David, en mayo de 2002.AP

La mentira sobre la reunión de González y Mohamed VI

Al menos en dos ocasiones, ambas coincidiendo con las tensas relaciones hispano-marroquíes, el Gobierno de José María Aznar acusó al ex presidente Felipe González y al entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, de deslealtad hacia los intereses españoles y de comportarse con "tremenda frivolidad, sin precedentes en la política exterior".

En febrero de 2002, el Ejecutivo del PP recriminó a González y le dijo que debía haberse abstenido de viajar a Marruecos, el 23 y 24 de ese mes, para no "prestarse a un equívoco", en un momento en que las relaciones entre Madrid y Rabat eran difíciles. Previamente, desde La Moncloa se había filtrado la falsedad de que González se había entrevistado con el primer ministro marroquí, Abderramán Yussufi, y luego, ambos, con el rey Mohamed VI. El ex presidente había estado en Tánger en visita privada, y no se había entrevistado con ninguna autoridad marroquí.

El mismo 25 de febrero, Mohamed Benyahia, consejero del primer ministro marroquí, ya había desmentido "categóricamente" que Yussufi se hubiera reunido con González. Y el propio González había dejado claro que era mentira tanto que se hubiera entrevistado con Yussufi como que lo hubiera hecho con el rey de Marruecos. "Es radicalmente falso, totalmente malintencionado, como tantas cosas que publican de mí, y, naturalmente, guiado por el Gobierno y sus esbirros", declaró. Aún así, el Ejecutivo de Aznar mantuvo su versión hasta el mediodía del día siguiente.

Los socialistas interpretaron que se había realizado una maniobra para tratar de acusar de "deslealtad" a González. De hecho, el 5 de marzo, el portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, insistía: "De la importancia de Felipe González cabría esperar que en un momento delicado de relaciones se abstuviera de poder prestarse a un equívoco no viajando si no es estrictamente necesario a un país donde precisamente tenemos esas relaciones".

Finalmente, el 6 de marzo, nueve días después de la primera noticia publicada, Aznar pedía disculpas por afirmaciones que no eran ciertas y que atribuyó a "una mala interpretación de una información no cotejada".

Llovía sobre mojado.La visita de Rodríguez Zapatero a Rabat, del 19 al 21 de diciembre de 2001, ya había servido a los populares para acusar al entonces líder de la oposición de "entrometerse" y de actuar con "divismo". "Zapatero no es fiel al Gobierno en política exterior" y comete "un grave error de libro", sentenció Javier Arenas, que ocupaba la secretaría general del PP.

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