Victoria parcial tras caer ante Múnich la cita de 1972
Madrid logró ayer con su candidatura para los Juegos de 2012 su primera victoria olímpica internacional, aunque sólo fuera parcial, tras la derrota sufrida en 1966 para los de 1972, que finalmente se celebraron en Múnich, en su única tentativa previa por ser la sede de la máxima competición deportiva.
El revés de hace 38 años fue una auténtica catástrofe. No tanto por la repercusión que tuviera, sino porque, en realidad, se perdió una ocasión muy favorable. Pero la falta de apoyo político y la chapuza presidieron la operación, casi improvisada, en plena época franquista y en la que Barcelona iba como subsede para la vela. Con todo, aquel 26 de abril Madrid sólo perdió en la votación final por 31-16 frente a la capital bávara. Antes ya habían quedado eliminadas Detroit y Montreal, que ganaría los Juegos siguientes, los de 1976. Amsterdam había abandonado.
Se trató, pues, de una final directa, como vino siendo siempre, por el escaso número de las candidatas presentadas, hasta entrados los años 90. Antes, en efecto, el negocio de proyección de una sede no estaba tan claro y precisamente Montreal fue el mayor ejemplo moderno del desastre económico. Hizo unas inversiones faraónicas en infraestructuras e instalaciones, ya que no las tenía, y los ciudadanos canadienses tuvieron que estar pagándolas muchos años.
El miedo que la negativa experiencia de Montreal metió en el cuerpo a los posibles aspirantes posteriores hizo que Los Ángeles fuera la única ciudad en atreverse a organizar el evento en 1984. Y, precisamente, su éxito fue fundamental para restablecer de nuevo la confianza, aunque Atlanta demostrara en 1996, con su caos, que tampoco todas las organizaciones privadas y con la supuesta garantía económica estadounidense funcionan.
Gran apoyo popular
Madrid empezó oficialmente su aventura actual en febrero de 2001, mes en el que presentó su candidatura ante el Comité Olímpico Español, el primer trámite nacional. Esperó a que Sevilla cayera por segunda vez en los cortes para dar el paso al frente tras ser elegida con toda lógica ante la tenaz, pero poco posible, candidata andaluza en enero de 2003 como la aspirante española.
A finales de 2003, el 9 de diciembre en concreto, y como había sucedido antes en el Senado, el Congreso aprobó por unanimidad apoyar un intento que ha tenido un refrendo popular y empresarial muy grandes.
Casi 100 firmas, en distintos niveles de aportación, se han implicado en el proyecto y han permitido, junto al presupuesto público, financiar la organización de múltiples competiciones internacionales de gran nivel en España en el curso de los últimos años, una concentración y una proyección hacia el exterior que no se había producido nunca.
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