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Gilberto Gil considera "irreversible" el avance de la música latina

El ministro brasileño de Cultura interviene como político y repasa su carrera musical

Gilberto Gil, uno de los iconos de la música brasileña de los últimos 40 años, llegó al Fórum en su doble papel de ministro de Cultura de su país y cantante. Como político y pensador participó activamente en dos de los diálogos programados, y como músico actuó ayer en el escenario de la Marina, dentro del recinto del Fórum, presentando un concierto antológico de toda su obra, que repite hoy en el mismo escenario.

"Es necesario compartir la memoria de los pueblos para conseguir una cultura de paz para la humanidad". Con estas palabras resumió Gilberto Gil su participación en los diálogos del Fórum antes de mostrase feliz por poder, al mismo tiempo, cantar en el evento. "Desde que soy ministro, son muy raros los momentos en los que puedo cantar, y tengo muchas ganas. Mi compromiso con el presidente Lula y con el pueblo brasileño fue dedicarme con preferencia al ministerio y dejar la canción como algo residual, y así ha sido; he actuado muy poco en estos últimos 15 meses. Son dos modos muy diferentes de canalizar la energía y lo importante es tenerlo muy claro porque muy raramente puedo ser ministro y cantante al mismo tiempo".

El último espectáculo que produjo Gilberto Gil antes de su dedicación a la política estuvo dedicado a la figura de Bob Marley, pero para sus dos conciertos barceloneses ha preferido presentar una antología de su obra. "Canciones que tratan de la dimensión más personal de los individuos, de la naturaleza humana, de la vida y de la muerte", explica.

Un bien comercial

Vestido elegantemente, pero manteniendo su habitual cercanía y su expansiva sonrisa, Gilberto Gil mezcla hábilmente, una vez tras otra, sus facetas ministerial y artística. "Todos conocemos el valor universal de la música, pero actualmente la música se ha convertido en un bien comercial y ha entrado en el mercado de la competencia entre fuertes y débiles. Un mercado dominado por los que tienen lenguas hegemónicas, como el inglés. La relación entre el arte y la industria es muy compleja porque depende de los movimientos generales de la economía mundial. Ahí tenemos que abogar por un comercio mundial más justo, al que no se llegará sin la participación de todos. La vía también pasa por conseguir fortalecer la industria cultural de las culturas periféricas, conseguir que sean más competitivas. El esfuerzo ha de ser global, nunca podría ser especifico para la música".

Sobre este punto, y con talante más ministerial, Gil habla de la necesidad de crear políticas compartidas entre los ministerios de Turismo, Comercio y Cultura: "Queremos conseguir una política gubernamental de protección de la diversidad cultural brasileña y estudiar vías para aumentar su promoción en el resto del mundo. Estamos estudiando la creación de una Agencia Nacional del Audiovisual que garantice la protección de los contenidos brasileños".

A pesar de que Gil habla de la necesidad de protección para la música brasileña, el hecho objetivo es que se trata de una de las más difundidas en todo el mundo. "El avance de la música latina es irreversible", afirma. "La fuerza, el calor, la pasión y los colores tropicales son las bazas de la música latina, en la que incluiría también el reggae".

En momentos como los actuales es inevitable que no surja el tema de la guerra de Irak. "Por supuesto que estoy contra la guerra. Brasil siempre estuvo en contra de esa guerra", afirma con un semblante mucho más serio. "Todo lo que al principio muchos dijimos que pasaría está pasando. Las cosas han degenerado notablemente y de forma visible y noticiada por la prensa. Se ha confirmado el recelo inicial de que una guerra sólo podría empeorar las cosas".

Gilberto Gil, en Barcelona.
Gilberto Gil, en Barcelona.CARLES RIBAS

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