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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK | La investigación de las torturas

El enigmático papel del general Miller

La aplicación de las técnicas de interrogatorio desarrolladas en Guantánamo por el nuevo responsable de la prisión de Abu Ghraib creó un ambiente propicio a los malos tratos

Cuando el general Geoffrey D. Miller llegó a Irak en agosto pasado con un equipo formado de efectivos de la policía militar y de especialistas de inteligencia, el grupo se topó con una situación de caos. En el patio de una cárcel habían encerrado a un preso en un contenedor ardiendo a pleno sol como castigo, recuerda un miembro del equipo. Los prisioneros caminaban descalzos, con heridas en los pies y marcas de enfermedades no tratadas. Había basura por todas partes.

Pero lo que era quizá más grave aún, según un mando militar, es que dado el clima de insurgencia que reinaba en el país entonces, la cárcel carecía de un sistema efectivo para obtener información de los detenidos. "No había reglas para los interrogatorios", dice un militar que viajó a Irak con el general Miller. "Los presos que intentaban escaparse eran abatidos. Intentamos darles algunas recomendaciones básicas".

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Según se desprende de una entrevista clasificada con el alto mando de la inteligencia militar en la cárcel de Abu Ghraib, el general Miller hizo una serie de recomendaciones para que se efectuaran cambios en los interrogatorios y las detenciones. Los jefes de inteligencia militar se vieron otorgando una mayor autoridad en la cárcel y se pidió a los guardias de la policía militar que ayudaran en la recolección de información. La cuestión de si estos cambios contribuyeron al aumento terrorífico de abusos a prisioneros durante el pasado otoño está ahora en el centro del escándalo de las cárceles en Irak.

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Las recomendaciones del general Miller se basaban en gran parte en su experiencia al mando del campo de detención de Guantánamo (Cuba), donde recibió los elogios del Pentágono por haber mejorado sustancialmente la cantidad de información obtenida de los sospechosos de terrorismo y de los prisioneros de la guerra de Afganistán. En Irak, el equipo de Miller dio a los mandos de las cárceles copias de las normas de procedimiento desarrolladas en Guantánamo para interrogar y castigar a los presos, según revela un militar que viajó con ellos. Especialistas en informática y analistas de inteligencia enseñaron el sistema que habían utilizado en Cuba para tramitar la información y transferirla a Estados Unidos.

El general Miller también recomendó la simplificación de la estructura de mando de las cárceles, siguiendo lo que se había hecho a su llegada a Guantánamo en noviembre de 2002, cuando las unidades de inteligencia y de policía militar fueron unificadas. Pero para algunos de los militares que vieron a Miller en Irak, parte de los abusos en la prisión de Abu Ghraib se deben a lo que describen como su empeño en aplicar en Irak su experiencia de Guantánamo. Algunos senadores del Comité de las Fuerzas Armadas expresaron el martes la misma preocupación.

El general Miller y algunos de sus antiguos colaboradores rechazaron la idea de que sus visitas a Irak contribuyeran a desatar los abusos. Afirman que si sus prescripciones tienen algún vínculo con las torturas es porque fueron mal interpretadas por unos mandos ineficaces en un entorno caótico. "Cuando no hay reglas, y se deja a los subordinados tomar decisiones de forma arbitraria y caprichosa, aparecen los problemas", dice un mando militar que acompañó a Miller en Irak. "Lo que les dijimos fue: 'Necesitáis unas normas de procedimiento".

El ayudante de un senador demócrata que vio el informe de Miller sobre las cárceles iraquíes dijo que su objetivo primordial era renovar el aparato de inteligencia para mejorar la recolección de información estratégica sobre los insurgentes, una información particularmente importante para los altos mandos del Ejército. Para estos mandos, la experiencia en Guantánamo de Miller, un ex paracaidista de Tejas, hacía de él el candidato ideal para Irak.

Cuando asumió el cargo en la base cubana, la mayor parte de los presos ya llevaban cerca de un año en detención. El Pentágono pidió a Miller que a través de los interrogatorios obtuviera, entre otras informaciones, un relato exhaustivo sobre el trabajo y la financiación de los campos de entrenamiento de los terroristas en Afganistán, asegura un mando militar. Su actitud en Guantánamo levantó dudas que van más allá de los métodos de interrogatorios. Fue él quien más insistió el año pasado para acusar de espionaje a un capellán musulmán de la base, el capitán James J. Yee. En marzo, el Ejército anunció que abandonaba todas las acusaciones.

Durante su comparecencia ante el Senado el martes, el comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en Oriente Próximo, el teniente general Lance Smith, aseguró que Miller, ahora el responsable de interrogatorios y detenciones en Irak, dejó claro en su visita de 10 días a Irak que parte de los métodos desarrollados en Guantánamo no se podían aplicar allí. Pero a pesar de las importantes diferencias entre la base cubana e Irak, dos mandos militares que trabajaron con Miller en Cuba insinúan que respondió de forma muy similar a algunos problemas que encontró en Irak.

En su informe sobre los abusos en las cárceles iraquíes, el general Antonio M. Taguba, dijo que la recomendación de Miller de que los guardias "establezcan las condiciones para el interrogatorio y la explotación exitosos de los presos" es contraria a la doctrina militar. El informe señala que esta recomendación puede haber contribuido a los abusos.

La diferencia fundamental entre Guantánamo e Irak es que la Administración de Bush declaró que las Convenciones de Ginebra no se aplicaban en la base cubana. Algunos militares que estuvieron allí aseguran que los controles sobre los métodos de interrogatorios son más duros que en Irak. Según varios testimonios, estos métodos incluyen la privación de sueño, el encerrar a los presos en celdas muy frías, ponerles en posiciones incómodas o forzarles a permanecer de pie o en cuclillas durante mucho tiempo, a veces con los brazos en alto, hasta que se agoten.

El general Miller, el pasado mes de abril en Abu Ghraib.
El general Miller, el pasado mes de abril en Abu Ghraib.REUTERS

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