La Casa Blanca rechaza que haya relación entre los malos tratos y el joven degollado
Horror en EE UU por el asesinato del rehén Nicholas Berg a manos de un 'comando' iraquí
Los norteamericanos, que no salen de la conmoción causada por las fotos de los malos tratos a los presos iraquíes, se levantaron ayer con el horror de la ejecución filmada de Nicholas Berg, degollado al grito de "Alá es grande" por un grupo de encapuchados que se reclaman miembros de la organización terrorista Al Qaeda. "No existe justificación alguna para la brutal ejecución de Nicholas Berg. No existe justificación de ningún tipo", dijo el presidente, George W. Bush. La Casa Blanca está decidida a llevar ante la justicia a los asesinos del joven estadounidense.
Las imágenes del vídeo colocado en la página web de Al Qaeda, de mala calidad, se reprodujeron en las televisiones de EE UU justo hasta el momento en el que uno de los cinco encapuchados saca el cuchillo para degollar a Berg, de 26 años. El joven, vestido con un mono naranja y sentado con las manos atadas a la espalda, dice ante la cámara: "Me llamo Nick Berg. Mi padre se llama Michael. Mi madre se llama Suzanne. Tengo un hermano y una hermana, David y Sara. Vivo en Filadelfia". En el vídeo, los encapuchados leen un comunicado en árabe en el que se asegura que no tolerarán "las imágenes de deshonra y las noticias de ataques satánicos a los hombres y las mujeres islámicos" y dicen a Bush que "lamentará el día en el que puso el pie en Irak" y que "los ataúdes llegarán uno detrás de otro". Después del manifiesto, el que está detrás de Berg saca un largo cuchillo de entre la ropa mientras que otro le tumba en el suelo. Los gritos del joven se confunden con los de los encapuchados que repiten "¡Alá es grande!". Poco después, muestran la cabeza a la cámara.
Unánime repulsa
La reacción unánime de repulsa fue encabezada por el presidente en una breve y sombría declaración en la que después de considerar injustificable el asesinato dijo: "Las acciones de los terroristas que ejecutaron a este hombre nos recuerdan la actitud de esos pocos que se oponen a la libertad en Irak. Su intención es debilitar nuestro espíritu, debilitar nuestro compromiso. Con sus acciones, nos recuerdan la necesidad de construir sociedades libres y pacíficas. Continuaremos con nuestra misión, continuaremos con nuestra tarea".
El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, rechazó con firmeza cualquier relación entre el escándalo de los malos tratos en prisiones y la ejecución: "Los terroristas van a tener siempre una excusa para intentar justificar el asesinato, la destrucción y el caos". El primer ministro británico, Tony Blair, habló de "acto auténticamente salvaje" y Amnistía Internacional lo calificó de "muy grave". En términos similares -"acto horrible e inhumano"- se expresó Edward Rendell, gobernador de Pensilvania, donde vivía Berg. Rendell añadió: "Si los autores creen que esto hará que los estadounidenses piensen que es el momento de abandonar Irak, se encontrarán con que atrocidades así fortalecen nuestra resolución".
Las autoridades de EE UU trataron ayer de aclarar algunas circunstancias poco claras de lo ocurrido. Nicholas Berg estuvo en Irak en diciembre y enero para trabajar por su cuenta como especialista en comunicaciones e instalación de antenas. Volvió a EE UU, pero no encontraba trabajo y decidió regresar a Irak. Desde allí dijo a sus padres que pensaba volver definitivamente a finales de marzo.
El 24 de marzo fue detenido en Mosul por la policía iraquí. Dan Senor, portavoz de la Coalición, dijo ayer en Bagdad que la policía habló de "actividades sospechosas" de Berg, pero dijo que ni antes ni después estuvo detenido por fuerzas estadounidenses: "Se produjo una notificación, el FBI le visitó cuando estaba en manos de la policía iraquí y determinó que no estaba implicado en ninguna actividad terrorista o criminal". Se le visitó para garantizar que estaba siendo tratado correctamente, añadió el general Mark Kimmitt, también en Bagdad. En todo caso, el 5 de abril sus padres denunciaron que Berg estaba retenido ilegalmente por el Ejército estadounidense y que no podía ponerse en contacto con ellos o con un abogado. Al día siguiente, Berg quedó en libertad y habló con sus padres. Les dijo que no le habían tratado mal. El día 9 de abril fue secuestrado, en la ola que afectó a varios extranjeros que trabajaban en Irak. Uno de ellos, el italiano Fabricio Quattrocchi, fue también degollado ante una cámara.
Michael Berg culpa a las autoridades de la Coalición por no haber acelerado los trámites, lo cual hubiera permitido a su hijo salir antes de Irak. Según Senor, "está abierta la investigación" para saber lo que pasó. Sus explicaciones se limitaron a decir que Berg no tenía relación oficial con ningún organismo oficial o empresa, y que se le aconsejó, el 6 de abril, que abandonara Irak cuanto antes.
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