Más sobre DFOTO
Han transcurrido tres semanas desde que se clausuró la primera feria internacional DFOTO celebrada en San Sebastián y los comentarios perduran. Si hasta el momento muchas de las opiniones recogidas habían sido favorables, también se escuchan otras que resaltan algunas flaquezas organizativas, y por ello conviene recogerlas. Principalmente llegan del ámbito de las escuelas universitarias de Bellas Artes, aunque también de coleccionistas y de algunos gestores de salas de exposición.
No se cuestiona la calidad de la obra expuesta que, a su entender, e intentando por mi parte establecer un denominador común, ha superado en novedades y originalidad a las que se expusieron en la consolidada y renombrada ARCO, algo que en si mismo tiene mérito suficiente. No obstante, cuando se enfoca el objetivo y se trata de alcanzar una visión más nítida del acontecimiento, aparecen los errores. Estos, digamos defectos, para evitar eufemismos que empañen las opiniones recibidas, se concentran principalmente en la forma abigarrada de distribuir las galerías y, por supuesto, la manera de poder contemplar las creaciones fotográficas expuestas. Ubicadas unas junto a las otras, sin mamparas de separación clara entre ellas, se prestaban a confundir al visitante. Por ello, en ocasiones resultaba complicado distinguir quién representaba a uno u otro autor, máxime cuando algunos de ellos estaban en dos stands diferentes. Otro de los puntos criticados ha sido el propio recinto donde se celebró el evento. No sólo se cuestiona su idoneidad, sino que cuando se recuerda el recorrido diseñado lo acusan de ser un auténtico laberinto. Incluso se ironizaba a propósito del plano que señalaba el itinerario y ubicación de galeristas.
A pesar de todo, ante la pregunta de cómo resultó la visita, la respuesta no podía evitar un grado suficiente de satisfacción, y el resto quiero entenderlo como un suave velo que difumina la imagen principal sin llegar a desvirtuarla, similar al estilo hamiltoniano al que recurrieron no pocos fotógrafos del País Vasco en épocas pasadas.
Con todo lo indicado, guardemos la esperanza de que los inconvenientes encontrados se subsanen en próximas ediciones por los promotores del evento y podamos quedar todos equilibradamente satisfechos. Que los pequeños coleccionistas encuentren piezas a precios adecuados para sus bolsillos, que los diseñadores de espacios encuentren oxígeno suficiente, y las galerías locales, las que se dediquen de manera especial a la fotografía, aunque también toquen el resto de los palos del arte, puedan estar representadas con dignidad suficiente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.