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Reportaje:

Los trabajadores de Textil Narvaiza tiran la toalla

La plantilla acuerda el cierre de la empresa a pesar de la promesa patronal de fabricar un millón de metros de tela al mes

Pedro Gorospe

El caso de la empresa Textil Narvaiza es atípico. El centenar de trabajadores que emplea en las plantas de Vitoria y Bergara han decidido irse a la calle. Escépticos con las decisiones empresariales y cansados de dejarse en el camino mucho más que el sueldo, han pedido a la dirección que presente un expediente de regulación de empleo con la extinción de sus 103 contratos.

Han evitado las movilizaciones con la esperanza de recuperar el mercado, han acordado rebajarse el sueldo dos veces (un 30% y un 20%) y han aumentado la productividad como única manera de aferrarse a su puesto de trabajo. Todo ha sido inútil. En una década han visto cómo todo el que podía cogía lo suyo menos ellos. El proceso de fabricación de denim, el tejido con el que se hace la tela vaquera ya no era rentable y el proyecto empresarial resultaba inviable.

"No es grato dejarte la piel", explica un afiliado a UGT, "y ver cómo hasta la Caja Vital ejecuta un crédito y recupera su dinero en la subasta". Con todo embargado, la maquinaria decrépita y sin mantenimiento y un panorama negro por una competencia mucho más sólida, hace 20 días los 103 empleados de Textil Narvaiza -32 en Vitoria y 71 en Bergara- celebraron una asamblea en esa última localidad y acordaron el cierre de la empresa.

Era su propia propuesta: "Cuando nos dijeron que podíamos producir un millón de metros al mes sencillamente no nos lo creímos, esta vez no, y dijimos no a seguir trabajando, por dignidad, o para no perder la que nos quedaba", explica otro empleado afiliado a CCOO. En la asamblea 53 empleados votaron a favor de cerrar la empresa y 28 se inclinaron por seguir.

El empresario José Miguel Zaldo, procedente de la también textil Tavex, que se hizo cargo de la empresa en 1996 para reflotarla, les ofreció continuar con el tintado, actividad que se desarrolla en Bergara, y que, en su opinión, podría salvar a la compañía.

Los trabajadores le respondieron que la empresa había llegado a un punto de degeneración de la maquinaria en el que era imposible hacer frente a los pedidos y optaron por el cierre definitivo.

"Grandes discursos y pocos hechos", criticó ayer un miembro del comité de empresa, de CCOO, al referirse a Zaldo. Lo cierto es que la firma, que ha pasado por diferentes manos, no consigue levantar cabeza desde hace una década. En 1996, se llamaba Hilaturas de Vergara, y era 100% propiedad de Hijos de Narvaiza. Ese año presentó suspensión de pagos y los trabajadores aceptaron rebajarse el sueldo dos veces consecutivas. Pese a todo, la firma llegó a 2002 en una situación tan crítica, con una deuda de 12.000 euros por empleado y casi sin generar plusvalías con las ventas, que se declaró en quiebra.

Textil Narvaiza, heredera de esa quiebra, nació con 3,6 millones de euros de deuda procedente de las dos sociedades preexistentes, Hilaturas e Hijos de Narvaiza. Siete trabajadores de la planta de Vitoria se fueron entonces a la calle.

A pesar de todo, la plantilla decidió seguir adelante, aferrarse a sus puestos y aumentar la productividad. "No metimos ruido por los acreedores", relata otro trabajador. La quiebra siguió hacia adelante y "éramos plenamente conscientes de que se estaba dejando de pagar a todo el mundo. Cada vez llegaba menos materia prima y esto no iba a ninguna parte". Hace 20 días, los empleados llevaban tres meses sin cobrar y la deuda ascendía ya a unos 18.00 euros por trabajador.

Decepcionados y con problemas económicos graves, prefieren irse al paro, a pesar de tener una media de 50 años, que seguir acumulando deudas: "Hacer hacíamos tela, pero ya no nos llegaba a fin de mes".

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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