Los precios de los cereales se resisten a bajar a las puertas de una buena cosecha

A escasas semanas del inicio de la recolección cerealista en algunas zonas andaluzas, los precios de los cereales se resisten a bajar y se mantienen en los niveles de los últimos meses a pesar de las importaciones. En medios de los operadores y almacenistas se considera que este comportamiento de los precios es consecuencia en su mayor parte de total falta de datos sobre el volumen de existencias en manos de la producción y de los operadores. En su opinión, se trata de unas cifras que deberían conocer la Administración para prever el comportamiento de lo mercados.

Según los datos manejados por el sector, los precios de la cebada en estos últimos compases de campaña han llegado a superar los 0,16 euros por kilo, mientras los de trigo y maiz rebasaron los 0,17 euros. Esta situación ha dado lugar a que las importaciones de cebada francesa hayan llegado hasta la mitad sur de la península. Para los operadores del sector, en este momento el principal problema para los precios es no tener una idea mínima sobre el volumen de reservas que hay en cooperativas, almacenistas o en los silos de los puertos como empalme de campaña.

Estas cotizaciones elevadas frente a un precio de intervención de 0,11 euros, se producen a escasas fechas del inicio de la campaña en la zona sur y a pocas semanas de que se generalice la recogida en otras zonas. En este momento, las previsiones de cosecha en la mitad sur de la península son excelentes, consecuencia de las buenas condiciones climatológicas. En la mitad norte, las siembras se hallan igualmente en buen estado, aunque en este caso el comportamiento de la climatología en los meses de mayo y junio y parte de julio será decisivo para confirmar una gran campaña.

En principio, en España se espera una producción no inferior a la campaña anterior que fue de 8,7 millones de toneladas de cebada, 6,3 millones de toneladas de trigos y 4,3 millones de toneladas de maíz. En el resto de la UE las previsiones son también optimistas, muy por encima de la cifras del año pasado, donde la caída de la oferta dio lugar a que se dispararan los precios en todos los países miembros.